Las emociones negativas tienen su parte positiva
Las emociones son una compleja gama de sensaciones o sentimientos que surgen por diferentes factores a lo largo de nuestras vidas. Nos escantan aquellas que nos brindan tranquilidad y bienestar, y repudiamos todas las que tienen el efecto contrario. Desde el miedo, la tristeza, el enojo, los celos, hasta la envidia, entre otras más; son consideradas némesis de nuestra salud mental. Pero, si son tan malas, ¿para qué las necesitamos?
Lo cierto es que las emociones negativas, no son más que señales muy bien diseñadas por la mente para alertarnos sobre algún problema al que debemos ponerle cuidado. A pesar de eso, la mayoría de las personas no son capaces de detectar el origen de las señales, y las reprimen como si de hecho, el problema fueran ellas. Algo parecido a desquitarse con el mensajero por traer un mal mensaje.
¿Por qué consideramos algunas emociones como negativas?
El porqué estas emociones tienen tan mala fama realmente no es un misterio. Ellas nos hacen sentir mal en más de una forma y pueden llegar a afectar nuestra tranquilidad tanto física como mental. Seguramente, si hubiese alguna manera de eliminarlas completamente de nuestro sistema, pagaríamos lo que fuera para conseguirlo. Imagínate nunca más sentir miedo o rabia; de sólo pensar no tener una preocupación más en nuestras vidas nos sentiríamos felices; ni hablar de los celos o la envidia. Parece que todo se reduce a que si no existiesen todo fuese mejor.
Vamos a llevar este tema a un contexto más actual: imagina que has utilizado tu móvil a lo largo del día. Echaste mano de todas las aplicaciones y funciones que te ofrece para desempeñar una serie de actividades cotidianas que son indispensables para ti; y de un momento a otro, la alerta de batería baja se superpone en tu pantalla. Ahora no podrás aprovechar tu dispositivo al máximo debido a su bajo nivel de carga.
Sin duda, es una situación que nos desagrada por completo. ¡Ojalá mi móvil nunca más me diga que se está descargando! ¿Podrías imaginarlo? Si un dispositivo electrónico como éste no indicara una señal para alertar su nivel de batería, el aparato simplemente se apagaría sin que pudiéramos evitarlo. Pues bien, lo mismo sucede con las emociones negativas. Aunque nos resulten molestas, ellas aparecen para indicar algún asunto del cual debemos encargarnos. Si hacemos que simplemente desaparezcan, no podríamos estar conscientes de los problemas hasta que es demasiado tarde y éstos nos sobrepasen.
Ahora bien, el principal problema con estas emociones, es que desde pequeños nos han enseñado que son malas, y que no debemos tenerlas. Mas esto es un completo error. Se consideran emociones negativas porque el efecto que tienen en nosotros no nos agrada; pero no son malas. Por el contrario: son tan buenas como cualquier otra emoción. Lo importante, en primer lugar, es aceptarlas; luego debemos entender para qué sirven y cómo sacarles provecho.
Miedo
El miedo es una señal diseñada por nuestra mente para alertarnos de un posible riesgo, aceptando que los recursos que tenemos para enfrentarnos a esa situación de amenaza no son suficientes para afrontarla. La intención que tiene nuestro cerebro con esta emoción, es hacernos precavidos para que analicemos la circunstancias y la confrontemos de la mejor manera, ya sea por medio de la huida o aplicando otros métodos.
¿Es sano sentir miedo?
Seguramente, muchas personas afirmarán no tenerle miedo a nada; claramente, ésa es una completa mentira. La cuestión es que a medida que crecemos, nos convencen de que el miedo es sinónimo de cobardía; y no hay nada más alejado de la realidad. El miedo es una emoción sana, nos ayuda a ser precavidos, a reconocer que no estamos preparados para enfrentar determinada situación y a conservar nuestra integridad alejándonos de los riesgos.
Hay todo tipo de miedos: podemos temerle al fracaso, a la soledad, al dolor, a la oscuridad, al vacío emocional; incluso podemos no estar seguros a qué le estamos temiendo; y por su puesto, miedo al miedo mismo. Ninguno de ellos es injustificado, todos tienen su razón de ser y deben ser evaluados para determinar exactamente dónde está el problema. No obstante, la mayoría de las personas prefieren ignorar esta señal, guardándola en el fondo de su mente e intentar olvidarse de ella. Pero eso solamente agrava la situación, pues cuando el miedo no se escucha, éste comienza a crecer de manera desproporcionada, volviéndose un problema mayor.
¿Qué es el pánico?
El pánico no es más que un miedo desproporcionado, aquel que no supimos cómo manejar y sencillamente se salió de nuestras manos. A diferencia del miedo común, éste gigante es imposible ignorarlo, pues tiende a manifestarse erráticamente afectando el modo en como nos comportamos ante determinadas situaciones; negándonos así, la posibilidad de superar las circunstancias propias de él.
Cuando el pánico aparece, es necesario que recibamos ayuda psicológica, la cual se encargará de determinar el origen del miedo; y transformarlo en una emoción más sencilla de manejar.
Lo bueno del miedo
El miedo es necesario. Nos enseña que los recursos que poseemos para enfrentar alguna situación en específico no son suficientes. Para aprender de los miedos, debemos preguntarles cómo superarlos, en vez de simplemente huir de ellos. Es tan simple como entender nuestra debilidad, prepararnos para estar a la altura de la circunstancia y enfrentarla.
Enojo
El enojo es una emoción común; pero, a pesar de eso, muchas personas realmente no saben cómo manejarlo. Existe un criterio general de que esta emoción es contraproducente, ya que las personas afectadas por ella tienden a perjudicar a quienes las hacen molestar con el fin de conseguir una satisfacción emocional. En pocas palabras, estamos programados para aplicar el ojo por ojo.
¿Debemos evitar enojarnos?
En realidad, como seres humanos, no podemos realmente evitar enojarnos. Es una emoción que refleja nuestra frustración ante alguna situación que nos desagrada. Lo que sí podemos evitar es tomar acciones que empeoren la situación inicial. Por ejemplo, si estamos enojados con un amigo pues ha perdido el libro que le prestamos, la solución no es ofenderlo; ni procurar hacerle lo mismo. Aunque la situación nos indigne y queramos hacer todo lo dicho anteriormente, sólo lograremos provocar una serie de acciones en cadena que volverá cada vez más grande el problema.
Tampoco se trata de olvidar lo que pasó, guardar nuestro enojo y seguir adelante. Obviamente sí tienemos que hacer algo para calmar nuestra frustración. Hay personas que reprimen su rabia y van acumulando grandes cantidades de ella hasta que se hace incontrolable y estallan en un problema mucho mayor de lo que era inicialmente. Entonces ¿cómo debemos manejar el enojo?
Para lograr controlar esta emoción que a simple vista para indomable, sólo es cuestión de pensar las cosas en frío. Cuando nos sintamos agraviados por alguien, podemos expresarle nuestra molestia, pero de una forma tranquila. Hablar los problemas ayuda a que nuestra rabia se drene y al cabo de unos minutos sentiremos que estamos más serenos.
¿Qué es la ira?
La ira no es más que una versión exacerbada del enojo. Nos dejamos atrapar por esta colérica emoción cuando no fijamos límites sanos para ella. Es una rabia excesiva que nos lleva a hacer y a decir cosas sin pensar, de las que podemos arrepentirnos luego. Si somos del tipo de persona que permiten que su enojo llegue a estos niveles, lo mejor es que acudamos con un especialista que nos ayude a menjarla.
Enojarse es de humanos
Ya lo hemos dicho, es propio de nosotros enojarnos; y por más simple que aquí se exponga la manera de sobrellevar un enojo, todos sabemos que no es fácil. Aún más tomando en cuenta, que la otra parte, dígase quien nos agravió en primer lugar, es probable que tampoco sepa cómo manejar nuestra reacción.
Lo importante es saber que el enojo no es más que una señal de frustración, mas eso no significa que debemos actuar de una manera vengativa, ya que en realidad eso no calmará la sensación de molestia; sino que la volverá mucho mayor. Siempre existe una manera sensata de resolver los problemas, lo ideal es que al final, logremos sentirnos en calma nuevamente.
Tristeza
La tristeza es una emoción que está estrechamente relacionada con el amor; pues surge en situaciones de compasión, bien sea hacia otros o por uno mismo. Nace del dolor físico y emocional, e incluso funciona como un medio para desahogar frustraciones, preocupaciones y hasta la rabia.
¿Quién quiere estar triste?
Es bastante complejo lo que esta emoción es capaz de hacernos sentir, pues aunque se trata de una emoción de las malas, a muchas personas le gusta sentirse de esa forma. Es decir, el estado emocional que atravesamos cuando estamos tristes, resulta satisfactorio en muchas ocasiones, ya que atravesamos por momentos de reflexión, de creatividad, de limpieza espiritual, y finalmente logramos sentirnos mejor. Así que no es extraño que alguna vez nos sintamos felices con la idea de estar tristes un rato.
¿Qué es la depresión?
Muchas personas creen que la depresión es un estado de tristeza prolongado; lo cierto es que es mucho más que eso. Es verdad, los individuos depresivos suelen mostrar una actitud apática y melancólica en muchos aspectos de su cotidianidad, y es cierto que la tristeza continuamente está presente entre sus emociones; pero cuando hablamos de depresión, estamos tocando una patología psicológica seria que debe ser tratada. Existen personas que nacen siendo propensas a sufrir de depresión; pero, en los casos más comunes, surge por no saber manejar la tristeza hasta el punto de volverla crónica.
Hay que sacarle provecho a la tristeza
Como parte de la gama de emociones que poseemos, la tristeza siempre va a estar con nosotros a lo largo de nuestras vidas. Es normal sentirse triste y melancólico incluso si consideramos que todo nos está saliendo de maravilla. Podemos sentir empatía por cosas que suceden muy lejos de nosotros y que no podemos remediar, como las guerras o la hambruna. Podemos sentir tristeza por eventos que sólo ocurren en las páginas de un libro, y por un gran número de cosas que simplemente nos emocionan.
Lo interesante de la tristeza, es que nos proporciona un estado que, si lo sabemos aprovechar, puede potenciar nuestra creatividad. Podemos intentar componer canciones de tristeza o amor, pintar un cuadro lleno de sentimientos, escribir poemas y tantas cosas más como queramos.
Envidia
La envidia es una emoción que todos, en algún momento determinado, hemos experimentado. Dicha emoción, no es más que una señal que reconoce el deseo no satisfecho cuando nos comparamos con alguien más. Es decir, cuando otra persona tiene lo que nosotros hubiésemos querido tener. El problema con la envidia, es que se ha popularizado como una de las más reprochables emociones, por lo que muy pocas personas podrán admitir que se han sentido envidiosos, y si lo hacen, se sientes culpables de serlo.
¿Existe la envidia buena?
Como ya lo hemos dicho, todos en algún momento hemos tenido envidia; ahora bien, ¿por qué no tener envidia de la buena? Este término tan poco escuchado, simplemente se refiere a que cuando veamos que otra persona tiene lo que nosotros queremos, lo tomemos como un impulso de motivación para conseguirlo también. De esta forma, esa señal de deseo insatisfecho se transformará en logros cumplidos.
¿Qué es la envidia mala?
La envidia realmente no es una emoción mala; simplemente, en la mayoría de los casos, inspira deseos de frustración y enojo. La envidia se vuelve mala cuando no sabemos cómo canalizarla y desviamos su propósito inicial. No es lo mismo decir: «mi vecino se ha comprado un coche nuevo, espero que le vaya mal»; que decir: «mi vecino se ha comprado un coche nuevo, si ahorro un poco más podré comprarme uno a finales de año». Son enfoques distintos de la misma emoción.
A veces, cuando tendemos a ser malos envidiosos, vemos mal a las personas que han obtenido logros que nosotros no nos habíamos planteado en primer lugar. Cuando llegamos a ese punto, la envidia no es por lo que tienen, sino por el simple hecho de que a otro le vaya bien.
Podemos ser envidiosos buenos
Siempre que sintamos dentro de nosotros la chispa de la envidia, debemos hacer un análisis interno de lo que nuestra mente intenta decirnos. Tratemos de enfocar de manera positiva ese deseo para que vayamos en camino a cumplir nuestras metas. Seamos envidiosos de los buenos, aceptando que los demás, pueden ser un ejemplo de motivación para nosotros.
Ya sabemos lo mal que la pasamos cuando atravesamos por emociones negativas. A pesar de eso, es imposible evitarlas y mucho más inútil intentar contenerlas. Es por esta razón que lo mejor que podemos hacer con estas emociones es sacarles el mejor provecho posible, cambiarles el enfoque negativo y volverlas una oportunidad de aprendizaje; ya que, de hecho, es la razón principal por la que están ahí.