El Ébola: fiebre hemorrágica

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El Ébola es una enfermedad que podemos considerar muy grave, es causada por un virus y es altamente contagiosa, por lo que todo esto hacen que sea tan peligrosa como esencial una puesta en marcha para controlarla, parar los síntomas cuanto antes y eliminarla lo más rápido posible.

Síntomas de la enfermedad

Los síntomas del Ébola comienzan por una alta fiebre que se alarga en los días. Le sigue una fuerte diarrea que, junto con los vómitos, debilita aún más el cuerpo dejándole sin energías. Por último suele haber un sangrado por los mismos orificios que se convierte en fiebre hemorrágica y que finalmente causa la muerte.

Las probabilidades de morir por esta enfermedad es del 50%, aunque antes el porcentaje tenía una variación desde el 25% hasta el 90%, todo depende en qué momento se coja y la rápida actuación de los sanitarios.

Causas del virus

Fue en la República democrática del Congo donde se avistó este virus la primera vez, concretamente fue en el río Ébola, de ahí su nombre, y fue en 1976. Desde ese año han surgido brotes más o menos grandes, pero fue en 2014 donde se presentó el más grande, extendiéndose tanto por el país, como por el mundo, teniendo casos en países de Europa como España, Inglaterra o Italia, o incluso en Estados Unidos.

Esto se debió a personas que habían viajado a la República democrática del Congo, o que habían estado en contacto con pacientes que padecían la enfermedad. Un hombre en Estados Unidos acabó muriendo acerca de ello, pero otras tres personas del mismo país que contrajeron el virus, terminaron por recuperarse del todo.

Propagación del virus

No es un virus común, por ello, no se propaga de la misma manera que normalmente podríamos conocer como el constipado o el sarampión. El Ébola solo puede ser contagiado por una persona que ya tiene los síntomas, no antes y nunca por el aire o el agua.

Por lo tanto, solo puede ser propagado por los fluidos corporales de una persona debido a la fiebre hemorrágica, ya sea por la sangre, por la orina, el semen, la saliva, el sudor, etc. El virus puede entrar en otra persona a través de la boca, la nariz o de cualquier corte en la piel.

Del mismo modo, también puede propagarse y contagiarse si se toca cualquier superficie que haya tenido fluidos de una persona contagiada, ya sea ropa, sábanas, vendas o cualquier material que haya usado para curarse.

Aunque hemos comentado que solo puede transmitirse entre fluidos corporales de humanos, en África también puede contraerse por fluidos de animales infectados, ya sea por su sangre al manipularlos o comerlos. Aunque los mosquitos no pueden infectar si una persona es picada por ellos.

Se comenta que uno de los animales que pudo originar la propagación del virus es el murciélago. Alimentándose de animales muertos que habían contraído la enfermedad y llevándolo a zonas pobladas donde mordiendo a las personas les comenzó a transmitir el virus. Después de eso, la transmisión entre personas es mucho más rápida y frecuente.

Después de la curación

Si bien pueda parecer que una vez pasado el virus todo el peligro ha acabado ya, no es así en algunos caos, ya que, se ha comprobado que el Ébola puede continuar estando presente en lugares del cuerpo a los que el sistema inmunológico no llega de forma tan sencilla, como puede ser los ojos, los testículos o en caso de que una mujer esté embarazada, puede continuar estando presente en el líquido amniótico o el feto, al igual que en la leche de pecho, por lo que puede llegar a ser peligroso para el bebé que se está formando o para el que ya ha nacido y le tiene que alimentar. Aunque no hayas adecido esta enfermedad, siempre esta bien saber cómo fortalecer tu sistema inmunológico.

Tratamientos conocidos

Con el virus del Ébola, el cuerpo llega a su deshidratación extrema, como hemos visto anteriormente, el cuerpo expulsa todo lo que tiene dentro mediante diarreas, vómitos y sangrado, o sea, por una fiebre hemorrágica, por lo que el cuerpo se queda totalmente vacío y expuesto. Para revertir esto, existe el tratamiento de rehidratación mediante líquidos que se dan al paciente de forma oral y de forma intravenosa, para volver a llenar el cuerpo contraatacando la enfermedad.

Aunque este tratamiento ayuda a frenar y mantener viva a la persona que padece el virus, no hay ningún tratamiento que sea eficaz 100% ni al que hayan llegado a un consenso para tratar a los pacientes. Sin embargo, en 2015 se realizaron unas pruebas a 11 841 personas para una vacuna contra el Ébola con unos resultados muy prometedores. De todos los sujetos a los que se les administró la vacuna, en 5837 personas no hubo ningún registro de Ébola pasados diez o más días. Mientras que en el grupo al que no se administró la vacuna, se registraron 23 casos de enfermedad.

Prevención y reducción del virus

La prevención es esencial para controlar y minimizar los daños que puede causar el Ébola, y esto pasa por una buena actuación frente a casos con esta enfermedad, cuidar al paciente de forma correcta para que no se ponga en contacto con otras personas es clave, al igual que el control de animales afectados para evitar la propagación.

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