Adrenalina: la hormona de la activación, el estrés y las cefaleas
Si alguna vez has subido a alguna montaña rusa, habrás notado una especie de nervios muy característicos en los momentos previos al inicio del recorrido. Además, es patente el exceso de energía que vivimos en ese momento, y la motivación que tenemos de que la atracción comience. Si nunca has subido a una de estas atracciones, seguro que has notado todo esto en los momentos previos de iniciar cualquier actividad que te apasione. En estos momentos, nuestro cuerpo está fabricando adrenalina, una hormona a la que vamos a dedicar este artículo.
Si quieres saber que es la adrenalina y que papel realiza en tu día a día, te recomiendo que sigas leyendo este artículo. En él vamos a contarte que efectos positivos y negativos produce, de manera que puedas detectar, en todo momento, cuando está haciendo su acto de presencia. Te ayudaremos a entender un poco todo lo que te ocurre en determinadas ocasiones, y aprenderás a controlar sus efectos. ¡Sigue leyendo para saber más!
La adrenalina: La hormona que nos activa
Nuestro cuerpo genera diferentes hormonas a lo largo de todo nuestro día. Estas hormonas modulan nuestro funcionamiento y nuestro estado de ánimo. Mientras algunas de ellas nos predisponen al cansancio, otras nos predisponen a la actividad.
La adrenalina es una de las hormonas principales que genera nuestro organismo, y su función principal es la de activarlo. Siempre que nos encontramos con ganas de realizar alguna actividad, es porque la adrenalina está siendo segregada. Esta hormona se fabrica en las glándulas suprarrenales, principalmente, y se segrega cuando existe un estímulo idóneo para ello.
Si atendemos a su función primitiva, la adrenalina es básica para garantizar nuestra supervivencia. Es aquella que nos va a permitir correr cuando nuestro cerebro interpreta que nuestra vida corre peligro: si, por ejemplo, nos encontramos con un león cara a cara, la adrenalina nos permitirá correr para ponernos a salvo. También puede hacer que nos enfrentemos a aquello que nos amenaza. De esta manera, esta hormona es sinónimo de activación.
No obstante, esta hormona también se produce cuando nuestra vida no está en peligro, pero existe algún estímulo que no nos gusta (y del cual nos queremos librar) o que nos gusta mucho (y queremos relacionarnos con él). Es por eso que nuestro cuerpo segrega adrenalina cuando vamos a subir a una montaña rusa, cuando vamos a tirarnos en paracaídas, cuando bailamos o simplemente cuando estamos a punto de reencontrarnos con un familiar que hace tiempo que no vemos, y queremos correr hacia él. También se produce cuando sentimos miedo, ansiedad o una emoción muy intensa.
¿Positiva, o negativa?
Ante el papel de la supervivencia, cualquier persona podría catalogarla de una hormona positiva. Y la verdad es que lo es, hasta cierto punto.
Si nuestro organismo segrega dosis moderadas de adrenalina, los efectos serán buenos para nosotros. Mantendremos una vida activa, podremos salvarnos de cualquier peligro que encontremos (real o no real).
El problema viene cuando nuestro organismo segrega dosis altas de adrenalina. Entonces, nuestro cuerpo se sobreactiva tanto que puede tener problemas. Algunos de ellos son el estrés y las cefaleas, producidas por una alta activación. Es decir, por una alta segregación de esta hormona.
Además, la segregación de esta hormona puede producir adicción. Podríamos decir que hace cosquillas al cerebro, y como a este le gustan las cosquillas, querrá segregarla cada vez más. Es por ello que mucha gente se vuelve adicta a los deportes de riesgo, o a cualquier otras situaciones en las que se segrega adrenalina. En verdad no nos volvemos adictos a las situaciones, sino a la respuesta que generan en nuestro organismo estas situaciones.
Otros efectos negativos que produce esta hormona son:
- Tensión en diferentes partes de nuestro cuerpo
- Mareos
- Cansancio constante
- Dolor de estómago
- Dolor muscular
- Dolores en los ojos, visión borrosa, presión
- Hipertensión
- Insomnio
Consecuencias que produce en el cuerpo
La segregación de esta hormona produce:
- Un aumento de la frecuencia cardiaca
- Un mayor aporte de glucosa a nuestro cerebro
- Eleva la presión
- Hace que se derive más flujo sanguíneo hacia los músculos, brazos y las piernas, para darles energía ante una posible escapada
- Los pulmones agrandan su capacidad, para poder retener el mayor aire posible
- Las pupilas se dilatan
Todas estas consecuencias facilitan la conducta activa de escape o enfrentamiento físico con aquello que está poniendo en peligro nuestra vida.
¿Cómo podemos controlar la producción de esta hormona?
El cuerpo produce una cantidad variable de hormonas, que fluctúan en función del momento en el que vivimos, las exigencias del ambiente y las que nos imponemos nosotros mismos.
Como hemos visto, si mantenemos una vida activa y no sufrimos las consecuencias negativas ya comentadas, no tenemos por qué preocuparnos. Nuestro nivel de adrenalina es el adecuado.
Si, por el contrario, tenemos dolor de cabeza, estrés, hipertensión o cefaleas, puede que estemos segregando más adrenalina de la adecuada. En estos casos, deberemos tomarnos las cosas con más calma y realizar actividades que nos permitan liberar toda esa energía contenida. El deporte es un buen aliado, pues nos relaja. Realizar actividades que nos gusten también puede ser útil. En caso de no poder remediarlo por nosotros mismos, podemos pedir atención médica y psicológica. Será importante para evitar posibles riesgos y problemas de salud que puede provocarnos la liberación de niveles altos de esta hormona.
Es importante llevar un buen estilo de vida, donde exista tiempo para realizar deporte y tiempo para descansar. Controlar nuestra mente también es muy importante, pues podremos dejar de pensar en nuestras preocupaciones sin esfuerzo. Controlar nuestros nervios, así como nuestra ira puede darnos más bienestar psicológico.
La alimentación también tiene un papel muy importante. Realizar una dieta equilibrada hace que nuestros órganos reciban todos los nutrientes que necesitan. Esto, indirectamente, también interviene en el estrés, las cefaleas y la ansiedad.
A modo de conclusión
La adrenalina es una de las hormonas principales que segrega nuestro organismo, en especial la glándula suprarrenal. Está involucrada en muchas de las actividades y de las emociones que experimentamos. Todos segregamos adrenalina en diferentes momentos de nuestro día: cuando hay un estímulo que nos pone en peligro, cuando realizamos algo que nos gusta mucho, o simplemente cuando nos preparamos para hacer deporte. Esta hormona tiene un papel muy positivo en nuestra vida, pues nos predispone a mantener una vida activa y podría garantizar nuestra supervivencia ante un estímulo peligroso real.
Pero esta hormona no siempre realiza un papel positivo en nuestro cuerpo. Si se libera en dosis altas, produce una sobreactivación que tiene consecuencias negativas para nuestra salud. El estrés, la ansiedad, la hipertensión y las cefaleas son algunas de las consecuencias que produce una liberación negativa (por exceso) de esta hormona. Por ello, resulta imprescindible tratar de controlarla, para evitar que no se libere demasiada.
Para controlarla, será necesario que aprendamos a ejercer un control sobre nuestra mente. También podemos hacer actividad intensa, pues de esta forma estaremos liberando todo el exceso. La relajación también es fundamental para ello. Por último, si nuestros intentos son en vano, podremos solicitar ayuda médica y psicológica.
La adrenalina, en dosis bajas, acerca a la persona al bienestar. En dosis altas, la aleja. Por ello resulta tan importante tenerla en cuenta y saber gestionarla de la mejor manera posible.