Cómo hacer gorros de punto

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Si no conoces el término DIY, es el momento de que aprendas qué es. Estas siglas, que vienen del inglés (“do it yourself”), son el acrónimo de “hazlo por ti mismo”. Más que un término, podríamos decir que ya se ha convertido en una forma de vida. El hacer todo por uno mismo —o al menos parte de las cosas cotidianas— es ya un estilo de vida que todos podemos adoptar. Empezando por la comida, por ejemplo. Olvidarnos de ultraprocesados y hacer todo lo más caseramente que podamos. También podemos aplicarlo a la cosmética ya que el DIY nos anima a crear nuestros propios jabones, champús, maquillajes o incluso limpiadores para la casa. Por supuesto, también podemos extenderlo a la cerámica, haciendo nuestros propios platos, vasos o recipientes y a la decoración. Así, como no podía ser de otra manera, si podemos hacer todas esas cosas, también deberíamos ser capaces de hacerlos nuestra propia ropa. Si no puede ser toda, ya que sería bastante complicado, sí que podemos empezar por los complementos.

Ventajas del DIY.

Hacer todas estas cosas tiene muchísimas ventaja. La primera, un ventaja económica, ya que solo tendremos que hacernos con las materias primas y con algún utensilio necesario para terminar el producto, lo que se traduce en una inversión económica mínima que nos ayudará a llevar mucho mejor la economía familiar. Además es una buena forma de ser original. En el caso de la ropa y los complementos, vestirás cosas que nadie más lleva y eso convertirá tu look en único. Seguro que mucha gente empezará a preguntarte que dónde compras todas esas cosas y la cara de satisfacción que se te quedará cuando digas “me lo he hecho yo” será única. Pero las ventajas no se quedan ahí, ya que también está demostrado que hacer trabajos manuales que requieren paciencia y que nos entretienen, ayuda a mejorar los niveles de ansiedad y estrés, por lo que son una buena ayuda para desconectar del día a día. Además, tener la cabeza centrada en una tarea que resulta positiva para ti, puede prevenir la aparición de enfermedades mentales, tales como la depresión. Es muy importante encontrar una actividad con la que nos sintamos a gusto, que nos mantenga ocupados y en la que podamos invertir nuestros ratos libres en los que no sabemos qué hacer. Sin duda, hacer punto es una muy buena alternativa, ya que requerirá que aprendamos a hacer una nueva tarea y cuando lo consigamos nos sentiremos realizados y orgullosos de nuestra obra.

Una forma original de hacer un gorro de lana.

Pues bien, pasemos a ver cómo se puede hacer un gorro de punto en casa de una forma sencilla.

El otro día vi un video en Youtube en el que una chica decía que con un jersey viejo y una pistola de silicona se podía hacer un gorro de lana precioso. Yo no me creía demasiado que esta técnica fuera a funcionar, pero la verdad es que me quedé sorprendida del resultado.

Os cuento cuál era el procedimiento: ella cogió un jersey viejo que ya no usaba (aquí introduzco yo mi propio truco: si el jersey está muy desgastado y tiene pelotitas o bolitas, podemos empezar a “rasurarlo” con una cuchilla de afeitar nueva, de esas desechables. Veremos al momento cómo todas las bolitas van desapareciendo y el jersey se queda como nuevo). Una vez elegido el jersey, con un metro se medía la mitad de su cabeza, de una oreja a otra y trasladaba esa medida al jersey, aprovechando la parte de abajo que suele tener otro punto diferente al resto de la prenda. Una vez que tenía la medida hecha, dibujaba con una tiza la forma del gorro, hacia arriba. Dependiendo de si lo quería con más caía hacia atrás o menos, extendía la largura un poco más o un poco menos. Después pasaba a recortar el dibujo que ya tenía hecho. Luego utilizaba ese trozo de tela para recortar otro exactamente igual, también aprovechando el bajo del jersey como base del gorro. Una vez que se tienen las dos piezas exactas, nada más hay que unirlas con silicona, por donde irían las puntadas. Para esto es necesario que los trozos de tela estén dados la vuelta, ya que siempre hay que coser —en este caso pegar— por la parte interior para que, al darle la vuelta, no se vean las costuras. Después puedes hacer un pompón con un poco de lana del color que tú quieras (a mí personalmente me gusta mucho que contrasten los dos colores del gorro) y lo pegas también con silicona. Así, de un jersey viejo te saldrá un gorro original y habrás matado dos pájaros de un tiro. Por supuesto, lo mejor sería, en vez de usar silicona, usar directamente aguja e hilo. Pero bueno, esta es una opción para los menos mañosos con la aguja y que me ha parecido de lo más original.

Hacer gorros de forma tradicional.

Pero ahora veamos cómo hacer un gorro usando la manera original, la de siempre, la que utilizan las abuelas para hacer esos hermosos gorros que regalan a los nietos en invierno para que no cojamos catarros, ya que, como dicen, la mayor parte del calor corporal se escapa por la cabeza, lo que puede llevar a que nos pongamos malos y vayamos después con el moco colgando todo el invierno.

Instrumentos que necesitarás.

Lo primero, tenemos que hacernos con unas agujas rectas. Es importante el grosor de la aguja, ya que, cuanto más gruesas, más grande será el punto que hagamos.

Para hacer este tipo de gorro, el grosor ideal es de cinco con cinco o seis. Si no sabes de lo que te estoy hablando, lo mejor es que vayas a una mercería y allí expliques para qué quieres las agujas, así te darás las que mejor se adapten a lo que buscas. Si ya eres un experto usando agujas, puedes probar a hacer gorros con las agujas circulares. Su uso es un poco más complejo y tienes que tener ya una cierta experiencia en este ámbito para usarlas correctamente. Pero si te atreves con ello, verás que el resultado es maravilloso.

También necesitarás lana. Con dos ovillos de unos cien gramos cada uno, debe ser suficiente. Tendrás que tener en cuenta el grosor de las agujas para saber qué tipo de lana comprar. Si lo tienes claro, en una tienda de todo a cien, puedes encontrar lanas sin problema. Si no sabes muy bien qué lana deberías utilizar, lo más fácil será, de nuevo, acudir a la mercería para que allí te asesoren. También tienes que tener en cuenta la calidad de la lana, pues no todas tienen la misma calidad, ni la misma textura, ni el mismo tacto. Así que familiarízate con las lanas, tócalas, hasta que des con una que te guste y con la que estés cómodo.

Por último, necesitarás algo para adornar el gorro. Lo más normal es que lo adornes con un pompón. En las tiendas de todo a cien venden una especie de “máquina” que sirve para hacer pompones. Yo me la compré y he de decir que acabé muy decepcionada. Nada mejor que hacerlo como toda la vida se ha hecho: con dos trozos de cartón cortados en forma de rosquilla. También puedes comprar pompones hechos, de esos que simulan pelo animal (desde aquí dejo clarísima mi postura: no me gusta nada llevar pieles ni cosas por el estilo, así que todo lo que hay en mi armario que pudiera parecer de piel animal, no lo es. Es todo completa imitación. Si no, me niego a llevarlo). Y también puedes jugar con la originalidad y adornarlo con plumas o con lo que se te ocurra.

Aprendiendo a tejer.

Una vez que tengamos estos tres materiales, es hora de pasar a hacer el gorro. Lo normal, para una cabeza de un tamaño medio, es hacer una tira de cuarenta y cuatro puntos. Si la cabeza es más grande y tiene más diámetro, cuarenta y ocho puntos es una buena opción. Si es más pequeña, de un niño por ejemplo, podemos optar por montar cuarenta y dos puntos. El gorro se empieza a tejer siempre por su parte inferior, así que lo ideal es empezar tejiendo unos cuatro centímetros de punto bobo. El siguiente paso es cambiar a punto jersey derecho. Cuando demos la vuelta, empezamos por punto derecho y después continuaremos con punto revés. Tendremos que dar unas diez vueltas alternando estos dos tipos de punto y teniendo en cuenta que, a medida que avancemos hacia arriba, los puntos tendrán que ir disminuyendo, para dar la forma ovalada del gorro. Una vez que lo tengamos todo, tendremos que coger el hilo que nos ha quedado al final e ir pasándolo por todo el gorro de manera perpendicular, uniendo las dos partes del gorro, haciendo que se junten y que se forme la prenda en sí. Tendremos que apretar muy bien el hilo en este momento e intentando que la cenefa coincida. Al final, lo ataremos con un doble nudo muy prieto para evitar que el futuro se descosa.

Cuando ya esté hecho, es el momento de adornarlo. Como decía, lo ideal es hacer un pompón. Te explico rápidamente cómo se hace: haz dos recortes idénticos con un trozo de cartón (puedes usar, por ejemplo, una caja de cereales del desayuno). Dibuja un círculo y después otro en su interior. Recorta el del interior, de manera que te quede una especie de rosquilla. Después coloca los dos trozos de cartón juntos, uno encima de otro. Los necesitarás así, juntos. Luego coge la hebra de lana. Introdúcela por el agujero pequeño y haz un nudo a la continuación de la hebra. Después empieza a introducir la lana otra vez en el pequeño y a sacarlo dando vueltas. Tienes que intentar dar el máximo de vueltas posible y cubrir toda la superficie del cartón. Una vez que ya no veas el cartón y que notes que hay una capa gordita de lana, ata como puedas la hebra. Entonces es el momento de recortar la lana al ras de la separación de los dos cartones, de manera que irás viendo cómo la lana sale disparada hacia fuera. Una vez que esté, saca los cartones (aunque tengas que romperlos) y ya tendrás tu pompón listo. Después solo tendrás que coger una de las hebras, introducirla por dentro del gorro y atarlo bien fuerte, o bien unirlo usando aguja e hilo y cosiendo directamente, como tú prefieras.

Hay muchas formas de hacer gorros de lana pero esta es la más sencilla. A medida que vayas aprendiendo, podrás ver que existen cientos de técnicas y de puntos. Experimenta para ver cuál es el que más te gusta y con el que más cómo estás. Después de esto, tendrás un armario lleno de complementos súper originales que todo el mundo querrá tener en sus casas. Un acierto, sin ninguna duda.

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