Cómo se pega el SIDA
SIDA es el acrónimo de síndrome de inmuno deficiencia adquirida. Es una enfermedad producida por el virus VIH, también virus de inmunodeficiencia humana. Básicamente es un retrovirus que se centra en atacar el sistema inmunitario de una persona.
Sistema inmunitario.
¿Y qué es el sistema inmunitario? Pues bien, es el método que tiene el cuerpo humano para combatir los elementos que pueden dañarlo.
Así, es la forma natural que tenemos de atacar los virus, bacterias y hongos que son perjudiciales para nosotros. Recordemos que no todas las bacterias son perjudiciales para nosotros, por lo que el sistema inmunitario tiene la capacidad de analizarlas y detectar cuál debe permanecer en nuestro cuerpo y cuál no.
La forma de actuación de este virus de inmunodeficiencia adquirida es la siguiente: una vez que está dentro del cuerpo humano, se centra en destruir los linfocitos CD4, que son los encargados de generar anticuerpos para combatir todos los agentes externos perjudiciales para el sistema. En concreto, son unas células importantísimas que nos ayudan a no contraer enfermedades. O, al menos, no tantas. Por eso es muy importante tener un buen sistema inmunitario, cargado de estos linfocitos, para poder prevenir las infecciones y las enfermedades. En el mercado existen conocidas marcas que alardean de tener productos que ayudan al sistema inmunitario. Y, por ejemplo, la vitamina C es siempre una buena aliada para reforzarlo. Un zumo de naranja por las mañanas nos ayudará a mantenernos sanos, fuertes y resistentes a la mayoría de resfriados.
Cómo se transmite el VIH.
Pero ahora bien, ya sabemos lo que es el SIDA, pero veamos cómo se transmite. Hemos dicho que es un virus, sí. Pero no es un virus cualquiera. La gripe, por ejemplo, también es un virus que se contagia por el aire o por vía directa cuando estamos en contacto con algún enfermo. El VIH también es un virus pero se transmite de otra manera: queda encuadrado dentro de las ETS, las enfermedades de transmisión sexual.
Actualmente existen más de veinte tipos de enfermedades de transmisión sexual. Estas son las que se transmiten mediante los fluidos que se generan durante las relaciones sexuales. Se pueden transmitir hongos, bacterias, virus y parásitos.
Para los hongos, las bacterias y los parásitos existen multitud de medicamentos y antibióticos que son muy eficaces para detener la infección. Pero no es así cuando hablamos de virus. Si lo que se transmite mediante el sexo es un virus, tenemos un grave problema. Porque no existe ningún tipo de medicamento que pueda curarnos. Sí que hay fármacos que alivian los síntomas y nos ayudan a tener una vida más o menos normal, pero no encontraremos una cura.
Existen varios virus que se transmiten por esta vía, la sexual. Es decir, no solamente nos tiene que preocupar el SIDA, sino que también podríamos adquirir el VPH —virus del papiloma humano— o la sífilis, por ejemplo. Estos virus afectan tanto a hombres como a mujeres. El problema de que afecte a una mujer es que si esta se queda embarazada, el virus pasará con casi total seguridad al feto. Existen medicamentos que intentan paliar este hecho, pero es muy complicado, porque es muy fácil que el bebé entre en contacto con el virus. Por eso, por ejemplo, las contagiadas por el virus no pueden dar a luz de manera natural, ya que es menos peligroso para el bebé nacer por cesárea.
Diferencias entre VIH y SIDA.
Si hablamos con propiedad, deberíamos decir que SIDA y VIH no son sinónimos, aunque normalmente los usemos como tal. Tener VIH significa que hemos adquirido el virus mediante alguna relación sexual. Este virus trabaja de la siguiente manera: se aloja dentro de los linfocitos que hemos mencionado anteriormente y usa su carga genética para poder reproducirse más rápidamente. Cuando estos linfocitos pasan a la sangre, el virus comienza a desarrollarse a una velocidad increíble por todo el cuerpo. La cantidad de virus que se haya desarrollado, se conoce como carga viral. Existen medicamentos que, aunque de momento no puedan eliminar del todo el virus, lo que hacen es ralentizar su reproducción, de manera que la carga viral es relativamente poca, pudiendo el sistema inmunitario seguir cumpliendo con su función. Pero el problema viene cuando el virus se extiende tantísimo que ya hablamos de que se tiene SIDA. En ese momento, cualquier infección o enfermedad que tengamos, podría ser mortal para nosotros, porque ya no existen casi linfocitos que nos ayuden a reforzar el sistema inmunitario para eliminar esa nueva enfermedad que tenemos. Es un pequeño detalle técnico que casi nadie contempla, pero que es importante.
Aquí radica la diferencia: una persona que se trata, que toma medicación para ralentizar la propagación del virus, tiene muchísima más esperanza de vida que una persona que no lo hace. Es más, tomando la medicación adecuada, se puede llegar a evitar su transmisión a otra persona mediante el acto sexual. Además, es importantísimo hacerse revisiones para ver si se tiene un ETS o no.
Evita el contagio: usa protección.
Y ahora, lo importante, ¿qué hay que hacer para evitar el contagio de una enfermedad tan peligrosa como el virus de inmunodeficiencia adquirida? La respuesta es simple: usando un método de barrera que impida que los flujos producidos en el acto sexual lleguen a estar en contacto.
Para que se pueda transmitir el VIH necesitamos tres elementos: primero, una persona infectada con el propio virus. Segundo, una concentración del virus bastante elevada —como decíamos antes—. Esto se debe a una sencilla razón: el virus se presenta en mayor número en la sangre que en el flujo. Si en la relación no intermedia sangre contagiada, el riesgo de contagio es mucho menor. Y, tercero, una relación donde los flujos estén en contacto. El virus tiene que estar en contacto directo con estos flujos o con la sangre. Si por ejemplo tocamos la sangre de una persona que está infectada, pero esta no llega a entrar en contacto con una herida, el virus no se habrá propagado. También se contagia por la leche materna y por los flujos que salen antes de la eyaculación masculina, aunque en este caso, la carga de virus que porta es muchísimo menor que la eyaculación propiamente dicha. Ni las heces, lágrimas, orina, saliva o el sudor portan el virus, así que el contacto con estas sustancias no significa su propagación.
Contagio por jeringuillas.
En los años ochenta, cuando la heroína tocaba la cúspide de su uso, era muy normal la propagación del virus. Porque la gente que consumía heroína por vía intravenosa, acostumbraba a intercambiarse las jeringuillas. Ahí, en ese intercambio, en el que la aguja está en contacto directo con la sangre de ambas personas, la transmisión es cien por cien segura. Esto también pasa con los tatuajes. Al hacer un tatuaje, la aguja entra dentro de la piel. Si nos tatúan con una aguja infectada, el virus ya se habrá propagado. Por esta razón, por la facilidad con la que se contagia el virus a través de una aguja, es extremadamente necesario que los enfermeros, médicos y personal sanitario que atienden a una persona que porta el virus, hagan muy bien su trabajo y eviten en todo momento el contacto con la sangre. Es muy fácil en estos ámbitos pincharse con una aguja, así que en el caso de que sea de una persona con el virus, cualquier precaución es poca.
Otra forma de adquirirlo, obviamente, es mediante una trasfusión de sangre que esté infectada. Esto no ocurre nunca, pues para ser donante de sangre y de órganos tienes que cumplir unas características y todo se analiza minuciosamente antes para que no se contagie ningún tipo de enfermedad a la persona que va a recibir la sangre o los órganos. Por supuesto, aquellos hombres que donan semen para después utilizarlo en la fecundación in vitro, también tienen que estar libres del virus. Por eso, se examina y analiza minuciosamente todas las muestras que se obtienen, para evitar contagiar a una futura madre con un semen que porta el virus.
Consejos para evitar su contagio.
Hoy en día la inmensa mayoría de las propagaciones del virus, se genera de manera sexual. Entonces, si se quiere evitar el virus que se propaga por vía sexual, necesitaremos, como decíamos, un método de barrera. Es un error pensar que el virus no se puede transmitir mediante sexo oral. Ya haya contacto entre boca y vagina, boca y pene o incluso boca y ano, la transmisión se puede efectuar, ya que pueden existir heridas en la boca que dejen vía abierta a que los virus se propaguen por la sangre. Si el sexo es vaginal o anal, se tendrá que usar un preservativo de látex para evitar el contacto. Si por lo que sea una de las personas que está manteniendo las relaciones es alérgica al látex, se deberá usar uno de poliuretano. Otro tipo de condones no son eficaces contra el virus. Todos los métodos anticonceptivos que no sean de barrera, como por ejemplo la píldora anticonceptiva o incluso el DIU, no protegen contra el virus. Sí que protegen contra los embarazos, pero no contra las enfermedades de transmisión sexual. Se está experimentando ahora con un anillo vaginal que incluye un antirretroviral que actúa contra cualquier virus que se pueda propagar en una relación sexual, pero eso es todavía un proyecto para el cual habrá que esperar un tiempo.
Uno de los mejores métodos para evitar el contagio del virus es teniendo relaciones con una única persona, con una pareja estable, que sepamos con certeza que no porta el virus. Para eso, se puede acudir a cualquier ambulatorio para hacerse un análisis de sangre y comprobarlo. Aun así, nunca se aconseja tener sexo sin preservativo, ya que son muchas las enfermedades de transmisión sexual las que queremos evitar, no únicamente la provocada por el virus de inmunodeficiencia humana. Los preservativos que se usen tienen que estar en perfecto estado. No pueden estar caducados ni tampoco pinchados. Por eso no es aconsejable guardarlos en lugares como la cartera, ya que el poco espacio que tienen puede producir que se pinchen o se estropeen. Tampoco es adecuado dejarlos en un lugar donde haya mucho calor, como por ejemplo una guantera de un coche. Si los dejamos en el coche, las altas temperaturas que se pueden alcanzar en su interior, podrían hacer que los preservativos perdieran completamente su eficacia, pudiendo ayudar a tener un embarazo no deseado o a la transmisión de cualquier enfermedad de transmisión sexual.
Por supuesto, la abstinencia es un buen método para evitar el contagio de este virus, ya que, como hemos dicho, la mayor parte de su transmisión se realiza mediante las relaciones sexuales. También el sexo seguro es una buena forma de evitarlo. Sin llegar a la penetración, por cualquier vía, se puede optar por la masturbación sin contacto entre los fluidos. Esa es una forma de evitar también la transmisión del virus.
Lo más importante es siempre tener cabeza y ser consciente de que estas enfermedades existen. Así que cualquier método es poco para evitar contagiarnos.