Fisiología del tacto

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El tacto es uno de los cinco sentidos que nos permiten explorar el mundo y tener conexión con lo que nos rodea. La función de este sentido es muy importante, pues no solo nos permite conocer las texturas de los objetos; también nos permite interpretar un abrazo como reparador. La fisiología se encarga de darle el papel que se merece a este sentido, sin el cual se nos dificultaría la supervivencia.

Si quieres saber más sobre la fisiología del tacto, te recomiendo que sigas leyendo este artículo. En él podrás entender cómo este sentido recoge las texturas que tocamos y cómo el cerebro las interpreta. De esta manera, comprenderás por qué un abrazo nos resulta tan romántico o por qué nos sentimos seguros cada vez que le damos la mano a nuestro hijo.

La fisiología del tacto

Nuestro cuerpo es todo un sistema de neuronas y hormonas que regulan nuestro comportamiento y nuestras emociones. Todo aquello que nos pasa, que sentimos o que nos genera sensaciones como dolor, presión o cosquillas, es producto de una conexión entre neuronas y cerebro que lo hace posible. Todo nuestro cuerpo está conectado y regulado por ellas.

El registro de entrada del tacto se realiza a través de la piel. La piel es la capa que cubre todo nuestro cuerpo, y en toda su extensión cuenta con unos 5 millones de receptores nerviosos sensoriales. Cuando un objeto, tela u otro cuerpo toca nuestra piel, estos receptores recogen la sensación que nos produce y la transportan a la médula espinal. El sistema nervioso, una vez la recoge, la transporta al cerebro. El cerebro es el encargado de interpretar estas sensaciones y darles un valor psicológico. Este valor son las emociones. Por ello, ante una prenda que nos oprime, los receptores de la piel mandan la sensación de opresión y, cuando llega al cerebro, se produce la incomodidad.

Las neuronas que se encargan del tacto se relacionan con otros tipos de neuronas, como las encargadas de la temperatura. Estas dos neuronas viajan juntas al cerebro, y este interpreta las sensaciones. Por ello, nos sentimos muy a gusto debajo del edredón en un día de mucho frío, en el que el pijama contribuye a nuestra sensación de bienestar.

Fisiología del tacto

Situaciones cotidianas en las que el tacto tiene su presencia

A lo largo de nuestro día usamos el tacto en infinidad de ocasiones. Este sentido es el único que mantiene contacto directo con el exterior de nuestro cuerpo. Nos permite conocer dónde termina nuestro organismo y donde empieza nuestro ambiente y lo externo a nosotros. Si pensamos en un momento en esas situaciones en las que usamos el tacto, nos saldrán muchos ejemplos. Algunos de ellos son:

  • Dejar caer nuestras yemas de los dedos sobre las letras del teclado, para escribir.
  • Buscar en el bolso o bolsillo un objeto en particular, sin usar la vista. Lo encontraremos midiendo con nuestras manos su longitud y su textura.
  • Cuando nos cambiamos los zapatos de suela dura y nos ponemos las zapatillas de estar por casa, que nos parecen mucho más cómodas.
  • Al notar que el suelo que pisamos no es firme, o si lo es.
  • La presión que notamos cuando nos parece que hemos pisado algo.
  • Cuando nos sentamos sobre una silla, sofá o cualquier otro asiento, y nos produce sensación de comodidad.
  • Al secarnos con una toalla blandita
  • La sensación de bienestar cuando alguien nos hace un masaje
  • Al cambiar los pantalones apretados por los pantalones del pijama
  • Cuando damos la mano a alguien
  • Cuando nos sentimos mucho mejor tras haber recibido un abrazo.
  • Al estremecernos cuando nuestra pareja nos besa en el cuello.

Las personas ciegas tienen el sentido del tacto muy desarrollado, pues supone la única manera de investigar el entorno y los objetos que forman parte de él. Por medio de su bastón y sus manos, pueden saber si andan por la acera o si se desvían de su camino. Estas personas son un claro ejemplo de la importancia de este sentido.

Fisiología del tacto

Trastornos del tacto

En función de cómo trabajen los receptores nerviosos sensoriales de la piel, nuestra percepción del tacto será diferente. Se considera que la piel tiene alrededor de cinco millones de receptores; no obstante, es posible que su funcionamiento varíe entre diferentes personas. En este sentido, existen algunos trastornos del tacto que se dan por un exceso o un defecto de estimulación de los receptores.

Algunos de estos trastornos son los siguientes:

Hipertesia

Este trastorno aparece cuando los receptores de la piel están hiper estimulados. Esto provoca que, cualquier contacto, por pequeño o simple que sea, sea insoportable. La intensidad con la que estos receptores reciben las señales es muy alta. El cerebro las interpreta de una manera desproporcionada.

Anafia

La persona que padece este trastorno no es capaz de recibir estímulos táctiles, pero si de temperatura o presión. Por ello, podrá notar cuando una toalla está caliente, pero no nota la textura del algodón.

Analgesia

Este término, muy conocido en medicina, hace referencia a uno de los trastornos de la piel. Se refiere a la ausencia de dolor, aunque en este caso no esté provocada por fármacos, sino por la sensibilidad de la piel. Aunque en un primer momento esto puede parecer útil y hasta positivo, lo cierto es que se necesita sentir cierto dolor para calibrar la importancia y gravedad de la presión. Personas que sufren analgesia no pueden, por ejemplo, saber si un objeto punzante está perforando la piel, a no ser que lo vean.

El tacto, muy importante en psicología

Se tiende a decir que el contacto social es muy satisfactorio para nuestro bienestar. En psicología, se ha demostrado que los bebés y niños que crecen con contacto corporal constante con sus padres son más seguros de si mismos. Estos resultados ponen de manifiesto que el tacto va más allá de descubrir si una textura es lisa o rugosa. Se considera que el tacto tiene un papel muy importante a la hora de dar un abrazo, un beso o tan solo pasear de la mano de tu pareja y tus hijos. ¿Cuantas veces hemos calmado a nuestros hijos con un abrazo? ¿Y eliminado un dolor de sus rodillas al pasar la mano por encima? ¿cuantas familias hacen colecho porque así el bebé duerme mejor?

El tacto, por tanto, es fundamental para el buen desarrollo del bebé. Además, nos produce bienestar. Esto es muy importante para garantizar una buena salud psicológica. Por ello, podemos decir que el tacto aporta beneficios terapéuticos.

Fisiología del tacto

A modo de conclusión

El tacto es uno de los 5 sentidos que nos permiten relacionarnos con el mundo. Tiene un importante papel en nuestro día a día, pues está presente en muchísimas de las situaciones que vivimos. La piel cuenta con millones de receptores nerviosos que recogen las sensaciones que producen todo aquello que toca nuestra piel. Estos receptores trasladan estas sensaciones a la médula espinal. De ahí viajan al cerebro mediante los impulsos nerviosos. El cerebro es el encargado de interpretar esa sensación y convertirla en emoción.

En psicología, el tacto es muy importante pues nos permite saber dónde termina nuestro cuerpo y donde empieza nuestro entorno. Se ha demostrado, además, que los bebés y niños que crecen con un buen contacto con sus familiares de referencia son más seguros y sufren menos problemas psicológicos a lo largo de su vida. Por ello, es importante cuidar nuestra piel, pues solo a través de ella podemos dejar trabajar al sentido del tacto.

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