Fístulas: Cuáles son los síntomas de una fístula

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Vamos a tratar hoy un tema un tanto desagradable para aquellas personas que lo padecen. Las fístula anales. Explicaremos cuáles son los síntomas de una fístula, y también veremos rápidamente sus causas, su diagnóstico y su tratamiento.

¿Qué es una fístula?

Una fístula es una conexión anormal que se genera en una cavidad orgánica, y que puede comunicar con otra cavidad o con el exterior.

Pueden aparecer fístulas en la nariz, que suelen desaparecer a los pocos días, o fístulas en orejas o cuello. Las más peligrosas son aquellas que pueden aparecer en el hígado.

Pero lo más habitual es encontrarnos ante una fístula anal. Es un conducto anómalo entre la parte interna del canal anal y el área perianal (zona más estrecha que separa los muslos).

La fístula anal o perianal

La fístula anal o perianal es bastante más habitual de lo que se cree. Los hombres sufren esta patología el doble que las mujeres, y lo más común es que se produzca entre los 30 y 50 años.

Este conducto anormal tiene su origen en unas glándulas del interior del canal anal. Sirven para la lubricación de este canal, y así favorecer el tránsito de las heces en su camino hacia el exterior. El nombre de esta conexión anómala es trayecto fistuloso.

Este canal se abre paso a través de los músculos del ano que permiten el control del mismo. Normalmente, esta conexión alcanza una salida externa cerca del ano. Igualmente es habitual a través de la fístula, la secreción de pus, o incluso materia fecal.

Causas de la fístula perianal

La causa que suele generar los síntomas de una fístula anal, es la obstrucción de las glándulas que antes mencionábamos, aquellas encargadas de la lubricación del canal anal. Cuando estas se taponan debido a una excesiva acumulación de mucosidad, también se genera un hacinamiento de microbios, y su consecuente infección.

Suele acabar por formarse un absceso o acumulación de pus. Estas acumulaciones de la secreción formada en el tejido infectado, pueden drenarse de forma espontánea, o tratarse de manera quirúrgica para ser vaciado y limpiado.

En el caso del descubrimiento y drenaje de estos abscesos, se evitaría la mayor parte de las fístulas anales. Pero cuando no es así, el absceso producirá un trayecto fistuloso que puede llegar a atravesar el músculo y alcanzar el exterior.

Existen un porcentaje mucho menor de fístulas anales que son consecuencia de otros problemas. Por ejemplo, entre ellos podemos destacar:

  • Secuelas de procedimientos radioterapéuticos.
  • Padecimiento de algún absceso rectal no drenado de manera correcta, que con el paso del tiempo acaba derivando en una fístula.
  • Enfermedades de transmisión sexual.
  • Mala higiene anal.
  • Tuberculosis.
  • Trastornos intestinales como enfermedad de Crohn, estreñimiento, diarreas frecuentes o colitis.
  • Practicar sexo anal demasiado frecuente o con demasiada intensidad.
  • Cáncer.
  • Traumatismo, lesión o intervención quirúrgica en la zona anal.
  • Diabetes.
  • Sistema inmunitario débil.
  • Enfermedades hematológicas.
  • Divertículos.

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Para prevenir la aparición de trayectos fistulosos, es recomendable mantener una buena higiene anal, practicar sexo anal de forma segura, tratar correctamente las infecciones y problemas de la zona anal, y realizarse comprobaciones del ano periódicamente.

Cuáles son los síntomas de una fístula perianal

Síntomas de una fístula anal

Existe la posibilidad de que una fístula perianal no genere síntomas, y consecuentemente, sea difícil de detectar, sobre todo cuando se encuentra en la zona interior del ano.

Para hacer uno mismo un examen visual, se puede utilizar un espejo de mano, y examinar la zona alrededor del ano para ver si se encuentra algo inusual.

En el caso de presentar indicios, los síntomas de una fístula perianal más habituales son:

  • Dolor e inflamación alrededor del ano.
  • Abscesos anales recurrentes.
  • Con la infección suelen aparecer fiebre.
  • Irritación en el área donde se encuentra la salida del trayecto fistuloso.
  • Picores y quemazón en la zona anal donde se encuentra la fístula.
  • Molestias al estar sentado.
  • Heces acompañadas de sangre.
  • Dolor en la región durante la defecación. Puede ser un dolor intenso, y permanecer horas después de la evacuación.
  • Secreción intermitente o continua, que de forma general suele acabar manchando la ropa interior del paciente.
  • Se puede sentir al tacto un bulto duro, que puede contener líquido, pus o materia fecal.

Ahora que ya sabemos los principales síntomas de una fístula anal, veamos brevemente cómo se hace el diagnóstico y el tratamiento

Diagnosis de una fístula perianal

El diagnóstico de una fístula anal suele ser relativamente rápido. El especialista observará la zona anal en busca de una abertura en la piel.

En el caso de encontrar alguna abertura en la zona anal, se intenta determinar la trayectoria de la fístula, y su profundidad. También se suele provocar la salida de secreciones con el fin de constatar la posible existencia de pus.

Se puede dar el caso de que la persona padezca los síntomas de una fístula, pero que esta no sea observable desde el exterior. Cuando esto ocurre, hay que hacer una exploración anal recurriendo al uso de un endoscopio.

Gracias a este instrumento para la exploración visual de las cavidades internas del cuerpo humano, el especialista podrá examinar el interior del canal anal y el recto.

También puede ser que realice una ecografía de la región anal para poder determinar el trayecto fistuloso.

Cuando las pruebas realizadas determinan la existencia de una fístula anal, el procedimiento a seguir consiste en determinar la causa de su origen. Habrá que realizar una serie de comprobaciones que constaten si la generación del trayecto fistuloso está relacionado con algún otro tipo de enfermedad, como las mencionadas anteriormente: Tuberculosis, enfermedades de transmisión sexual, enfermedad de Crohn, diabetes, etc.

Estas pruebas pueden ser una colonoscopia o un análisis completo de sangre. Cuando se realiza el estudio completo de la fístula, se determina el tratamiento que se debe realizar para arreglar el problema.

Tratamiento de la fístula anal

Tratamiento de la fístula anal

El tratamiento de los síntomas de la fístula anal es la intervención quirúrgica. Es la única opción para esta patología. Se utilizan fármacos para paliar los síntomas producidos, pero la única solución es la intervención.

Previo a la intervención quirúrgica, es necesario comprobar que no existe infección. En el caso contrario, en que hay infección, hay que tratar primero con antibiótico para poder hacer la operación.

La operación de las fistulas anales que atraviesan el esfínter tienen un mayor riesgo. Esta delicada zona puede verse afectada por una mala incisión, provocando daños e incontinencia fecal permanente.

Se pueden utilizar varias técnicas quirúrgicas para tratar la fístula anal. El uso de una u otra viene determinado por la gravedad de la patología, así como de las características del paciente y del criterio del especialista.

Es habitual que durante la intervención quirúrgica, el especialista examine las condiciones de la fístula y la extensión del trayecto fistuloso. Después decidirá cuál será la mejor técnica quirúrgica a aplicar.

Veamos por encima las diferentes técnicas quirúrgicas que se pueden utilizar para tratar este problema:

Fistulectomía

Se utiliza en los casos más complejos de fístula anal, haciendo uso de una anestesia regional de manera genérica.
La duración de la intervención se suele estimar entre 30 y 90 minutos, aunque depende de cada caso.

En algunas ocasiones, las más complejas, durante la intervención, es necesario colocar injertos en la zona, hacer una reparación de esfínteres o incluso tener que colocar un ano artificial, siempre en los casos más difíciles.

Tras la intervención, el paciente sera ubicado en la sala de reanimación. Allí se llevará a cabo la recuperación de la anestesia, para después recibir la explicación de cómo hacer las curas y los baños de asiento postoperatorios.

Fistulotomía

Esta operación utiliza normalmente anestesia regional en la mayoría de casos. El especialista realiza un corte en la piel y parte del músculo del esfínter, dejando en plano el trayecto fistuloso para que pueda cicatrizar de dentro hacia fuera.

En ciertos casos, habrá que hacer uso de materiales absorbibles que favorecen la cicatrización. Esta técnica quirúrgica suele ser la habitual en la gran mayoría de casos.

Otras técnicas quirúrgicas

Hoy en día están apareciendo nuevas técnicas no invasivas. Por ejemplo, se está utilizando una sustancia llamada fibrina, que es introducida en el trayecto fistuloso para sellarlo.

Postoperatorio

La recuperación de una intervención para tratar los síntomas de una fístula, depende de la gravedad del trayecto fistuloso, así como de la técnica quirúrgica empleada.

Cuando se realiza una fistulotomía, que suele ser lo habitual, la recuperación del paciente suele tardar alrededor de una semana para poder realizar una vida normal. La cicatrización de la herida viene tardando cerca de cuatro semanas.

En el caso de tratar la fístula anal mediante la fistulectomía, la recuperación es más larga, ya que la herida quirúrgica es de mayor tamaño. El paciente suele tardar en torno a las dos semanas para llevar una vida normal. La cicatrización de la herida llega a tarda unas seis semanas.

Esta operación es delicada. Como comentábamos antes, en el caso de una mala incisión, puede generar daños serios en los esfínteres y una incontinencia fecal de manera permanente.

Esperamos que este artículo te haya servido para obtener una visión clara de que es una fístula anal. Hemos visto por encima, cuáles son las causas, el diagnóstico y el tratamiento que se realiza para esta patología.

Sobre todo, lo más importante es que sepas cuáles son los síntomas de una fístula anal. Esto te permitirá poder detectarlo, y acudir a tu médico para tener el mejor diagnóstico y el tratamiento más acertado. Pero no olvides que esto es un artículo informativo. Ante cualquier síntoma, lo mejor es que acudas a un profesional de la medicina.

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