Cuál es el significado de sapiosexual
Sapiosexual es una terminología compuesta que se origina del idioma latín. Donde Sapio viene de “sapiens” que quiere decir “sabio o sabiduría” y sexual que hace referencia a «todo lo relacionado con el sexo». De ahí, que la palabra sapiosexual sea una expresión nueva en el idioma o neologismo de vocabulario. Suele ser utilizado con frecuencia en las redes sociales para definir la atracción sexual hacia la inteligencia de otra persona. De allí, que la “sapiosexualidad” es una variedad sexual llena de atracción erótica hacia el intelecto. Aunque es una condición relacionada con los sentimientos humanos desde la propia existencia de la especie hace miles de años; es una terminología que se ha puesto muy de moda en la actualidad.
El primer órgano relacionado con la sexualidad, regente del erotismo y el romance humano es nuestro cerebro. Debido a que allí se concentra toda la energía vital de nuestra sexualidad. De hecho, importantes autores como Wilhelm Reich, quien fue discípulo de Sigmund Freud, dedicaron gran parte de su obra al conocimiento de la fuerza fundamental implícita en nuestra sexualidad y teorías como la orgónica, que hoy son utilizadas en muchas disciplinas.
Ser una persona sapiosexual, no es pertenecer a una categoría, tribu social o a estereotipo alguno que defina un tipo de personalidad sexual. Simplemente, es una forma de sentir atracción por la inteligencia, modos de pensar y de análisis de la realidad. También, por la manera de establecer comunicación racional e intelectual. De ahí, el valor agregado que se le quiera atribuir definiendo la sapiosexualidad como relaciones sexuales con inteligencia. Dado que la sabiduría académica o intelectual que se expresa excita instintos eróticos. Por eso, estas personas buscan y hallan atractivo sexual en la inteligencia, en socializar elocuentemente. Sin tomar en cuenta sólo el aspecto físico para sentirse atraídos.
Una forma de definir sapiosexual
Otros conceptos de sapiosexual pueden referirse a aquellas personas que tienen relaciones sexuales después de haber mantenido primero una relación intelectual. Asimismo, hay quien huye de la rutina y la monotonía, se excita con conversaciones, actividades intelectuales y la mentalidad audaz. Siendo el propio amante del erotismo intelectual.
En un mundo cada vez más guiado por la tecnología, las redes sociales juegan un rol muy importante para interrelacionarnos. Lo que hace que la expresión y el léxico mantengan un carácter jovial y actual. Aun cuando se trata de conductas que pese a ser vistas como nuevas, forman parte de la humanidad desde tiempos antiguos. Particularmente, en medios universitarios, ambientes intelectuales, entre personas relacionadas con actividades como el arte, la literatura o la pintura. Asimismo, entre quienes realizan labores científicas, que comparten y compenetran la sexualidad con el amor por la actividad que realizan. Lo que sirve de incentivo para acompañarnos, compartir el amor y el sexo.
No obstante, condimentar la atracción sexual con admiración y factor sorpresa son elementos indispensables para poder conectarse emocionalmente. Por lo que generalmente hace que se prefieran las relaciones estables, como una forma de potenciar el desarrollo personal. Siendo una manera de concebir el sexo en un todo que se complementa en la pareja sin frivolidades.
¿Pensar el sexo o sexualizar el pensamiento?
Ser sapiosexual implica que racionalizamos nuestra conducta sexual. Entonces, el coito no es un acto instintivo al que recurrimos para aliviar tensiones. Es, por el contrario un medio de expresión de la compenetración y sincronía que sentimos hacia la otra persona. De esta manera, surge una relación bidireccional entre el sexo y el intelecto, en la que ambos tienen el mismo valor. Así, la excitación sexual surge si hay excitación intelectual y viceversa.
Sin embargo, no debemos confundir la excitación intelectual con que requiramos la lectura de complejos tratados para alcanzar un orgasmo. Esta es, la generación de sensaciones corporales y sensoriales a través de la mente, de forma no vulgar. Querer estar con alguien porque tiene algo que aportar o porque le aportamos algo. Su mejor ejemplo es el enamoramiento, deseo y excitación que puede surgir hacia profesores en el colegio o la universidad. En este medio, cuando la relación es profesional no se da oportunidad al trato sexual. Pero, si sexualizamos el pensamiento, entonces esta persona nos conquista por su inteligencia y nos hace desearla. Siendo probable que no deseemos el contacto genital sino de unión suprema. En la que, como lo describiría un orgasmo, las dos mentes se hagan una. De esta forma se obtiene un placer no derivado de la genitalidad pero sí del encuentro que podemos considerar íntimo.
Debido al placer generado de una relación en la que los pensamientos se encuentran, lo ligamos a la sexualidad. Pero, no es que exista una relación sexual de coito o penetración, aunque pueda surgir.
¿Cómo saber si somos sapiosexuales?
La sexualidad basada en la inteligencia es fácil de identificar. Una evaluación de nuestros hábitos sexuales y nuestros círculos de amigos puede ayudarnos. Porque un sapiosexual no es un ser aislado, taciturno o asocial, al contrario, su inteligencia supuesta llega a sus relaciones. La inteligencia es numérica, literaria, emocional, sensorial, etc. Entonces, un sapiosexual desarrolla su inteligencia y su intelectualidad, en todos sus ámbitos. El conocimiento y la manifestación de este son relevantes en la vida de los sapiosexuales. Las rutinas de un sapiosexual involucran la reflexión continua, la investigación, la lectura y el intercambio de ideas. Por eso, al ser intelectuales seguimos siendo sexuales. En consecuencia, para saber si somos o no sapiosexuales debemos observar algunas características.
- Con qué tipo de personas nos relacionamos. Si nuestros círculos más allegados de amistades realizan actividades intelectuales.
- Si nos atraen sexualmente las personas del tipo que son los más allegados. Podemos estar a diario entre profesores y ser también profesores, pero esto no quiere decir que estos nos atraigan.
- Cuando nos excita o nos apasiona estar con personas inteligentes.
- Si valoramos el sexo con naturalidad, como una parte tan importante en nuestra vida como cualquier otra.
- Diferenciamos el intimar y el relacionarnos profundamente, del sexo. Si somos capaces de generar un contacto íntimo y profundo con las personas, sin que implique atracción física.
El deseo sexual y la intelectualidad son cuestión de tiempo
Para el sapiosexual, el acto sexual es un proceso natural, que no amerita hacer girar la vida a su alrededor. La felicidad, la completitud y el placer por la vida no se encuentran basados en los orgasmos y el coito. Esto no quiere decir que no sienta deseo sexual, pero no es este una búsqueda permanente. No se trata del placer sexual como fin último de su existencia. Si luego de una gran excitación mental con una persona no se llega al acto sexual, no representa un problema. Para el sapiosexual el equilibrio entre la sapiencia y el sexo son la verdadera clave.
Si somos sapiosexuales debemos hacer gala de nuestra inteligencia. Por lo tanto, nuestro tiempo fluye de acuerdo a nuestras necesidades. Comprendemos que para todo hay un momento apropiado, incluso para el sexo.
Adicionalmente, el deseo sexual, incontrolable a veces se presenta como en cualquier persona. Diferenciado por la premisa de que ha habido algún contacto intelectual con la persona deseada. Podemos vivir momentos de excitación intensa, en medio de una discusión académica o de una disertación. O simplemente desear sexualmente a personas que nos han atraído por su intelectualidad. Y buscaremos mayor contacto físico cuando esta persona nos muestre sus capacidades.
La asexualidad y la sapiosexualidad
Otra tendencia actual es la asexualidad. Si somos asexuales, afirmamos no sentir o recrear deseo sexual o atracción física hacia otros. Para los asexuales, el sexo no tiene un significado relevante, no forma parte de la vida. Dentro de algunas clasificaciones de la asexualidad se incluye erradamente a los sapiosexuales. Específicamente dentro de los asexuales románticos, que pueden sentir atracción romántica pero no física. Estos asexuales, pueden desarrollar incluso impulso sexual guiado previamente por la atracción romántica. Sin embargo, la atracción no necesariamente se encontrará ligada al deseo sexual. Por estos motivos, como sapiosexual pueden calificarnos como asexuales.
Debemos cuidar que esta clasificación y categorización no enmascare preferencias sexuales. Pues, en oportunidades, ocultamos nuestra preferencia sexual bajo la apariencia de la asexualidad. Afirmamos no sentir deseo sexual, cuando en realidad sentimos prototipos que la sociedad nos impone. Desde ese punto nos aventuramos hacia una vida sexual hipócrita y así perdemos la condición sapiens de la sapiosexualidad.
Si somos asexuales y sapiosexuales, lo entendemos como una decisión de vida. Nuestros motivos no son cuestionables por las demás personas, pero deben ser comprendidos por nosotros mismos. Si somos sapiosexuales no estamos obligados a ser asexuales. El deseo sexual y el ánimo por intimar de forma física y genital es un instinto natural normal.
La sapiosexualidad y la hipocresía sexual
Cuando decimos que somos sapiosexuales podemos estar enmascarando algo más que las preferencias sexuales. La promiscuidad y las costumbres sexuales extremas pueden formar parte de nuestra vida. Esto depende de la sinceridad de nuestra declaración, fundamentalmente con nosotros mismos. Si nos autodenominamos sapiosexuales sin la comprensión de qué se trata, posiblemente estemos buscando refugio a otra condición. Ser sapiosexual es en primera instancia el gusto por la inteligencia. De esta forma, las decisiones que tomamos, sexuales o no, deben ser inteligentes. Al usar una supuesta sapiosexualidad para lograr el acercamiento íntimo con determinadas personas no estamos sino siendo hipócritas hacia nosotros mismos en primera instancia y después hacia los demás.
De este comportamiento oportunista puede surgir la promiscuidad, justificada en la sapiosexualidad. Asumir que nos vamos a sentir atraídos por todos cuantos sean inteligentes nos deja con dos opciones. Entonces, nos volvemos prepotentes y no hay personas tan intelectuales que nos logren excitar. O bien, todas las personas de nuestro entorno pueden ser objeto de nuestro deseo sexual. Por eso, quienes asumimos la sapiosexualidad desde la incomprensión y poca inteligencia, terminamos en el juego de la promiscuidad.
Si somos sapiosexuales, nuestra conducta es honesta para con nosotros mismos en primer lugar. Por lo tanto:
- La persona sapiosexual respeta su sexualidad y su cuerpo como parte de su sexo.
- El sexo no es el fin último. Por lo tanto, como sapiosexuales no perseguimos la relación sexual como objetivo.
- No se desea sexualmente a todos cuanto nos excitan mentalmente. Pero sí, todo aquel que nos excita sexualmente nos debe haber excitado intelectualmente primero.
Ser sexual y ser intelectual no son mutuamente excluyentes
Al hablar de sexo, es fácil pasar de un extremo a otro. Por eso, cuando la clasificación de sapiosexual sale de lo acostumbrado, lo encajamos en la asexualidad. Como si el sexo, siguiera siendo comprendido como el acto instintivo y oscuro cuyo único fin es la procreación. Las personas sexuales deben pensar y vivir alrededor del sexo. La vida sexual debe basarse en la obtención de placer constante y permanente.
Al catalogarnos como sapiosexuales, pareciera que intentamos reunir dos categorías disparejas. La inteligencia y la sexualidad no tienen por qué separarse. De hecho generalmente nos sentimos atraídos intelectual, física y sexualmente por quienes son semejantes. Entonces, si gozamos de un rico mundo intelectual es poco probable que busquemos relacionarnos con alguien trivial. Simplemente, nos reunimos de acuerdo a nuestros intereses. Y en cuanto al sexo, seguimos buscando la preservación de la especie. Por ello, tener inteligencia o disfrutar de la intelectualidad no implica el desprecio hacia el sexo o una racionalización del mismo.
Decidir y vivir la sexualidad sin etiquetas
A pesar de avanzar tecnológicamente y como sociedades, seguimos etiquetando y clasificando a los seres humanos. Es decir, cosificamos las personas y las metemos en cajas inamovibles de descripciones específicas. La sexualidad, no sólo no escapa a eso, además es tratada aún como un asunto antinatural. Entonces, a todo lo que no comprendemos o lo que es nuevo sobre el sexo le asignamos un nuevo nombre y etiqueta.
Este mecanismo coarta la felicidad y destruye la autorrealización que debemos tener como individuos. Los seres humanos somos un organismo cambiante desde que nacemos y al etiquetarnos nos indicamos un patrón único de conducta. Metemos nuestra vida en un esquema según el cual los otros están errados.
La sexualidad inteligente y la inteligencia sexual, debe basarse en comprender que todas nuestras decisiones acarrean consecuencias que debemos asumir con responsabilidad. Pero no significan un estigma con el que debamos vivir. Ser sapiosexual, es más que un nombre a decisiones que podemos tomar, que debemos comprender en primera instancia nosotros mismos. Y que en otros debemos respetar.