Vaginoplastia – Riesgos, tratamientos, resultados y precios.
Cada día aparecen nuevas técnicas que ayudan a la población a estar más a gusto con su cuerpo. Técnicas que antes no existían porque tampoco la sociedad las demandaba. Día a día, las operaciones estéticas, que ayudan a la gente a tener el cuerpo que desea, se van acomodando más en nuestra sociedad, pasando de ser un tema tabú a un tema de moda del que se puede hablar ampliamente. Al principio, las operaciones de este tipo se enfocaban básicamente en la zona de los pechos en la mujer, para agrandarlos y en la zona de las caderas, muslo o glúteo para reducir su tamaño mediante una liposucción. Pero poco a poco fueron surgiendo otras demandas diferentes. El botox para reducir las arrugas y las marcas de expresión, las operaciones para definir ciertas partes de nuestro cuerpo como los abdominales. Llegaron las reducciones de ciertas partes del cuerpo que antes parecían estar bien, como los brazos o incluso los tobillos. Así que, tarde o temprano tenía que llegar: un método que nos permitiera tener nuestras partes más íntimas mucho más jóvenes que nos hicieran sentir más a gusto.
Son varias las operaciones que se pueden realizar para mejorar los órganos reproductores femeninos, en concreto, la vulva. Si lo que se quiere es mejorar la estética de la zona, la paciente se puede someter a una labioplastia, que consiste normalmente en una intervención que tiene como objetivo disminuir el tamaño de los labios menores de la vulva, aunque también pueden operarse los labios mayores, aumentando o disminuyendo su tamaño.
La vaginoplastia va más allá de los meros resultados estéticos. Suele realizarse para mejorar la vida sexual de la mujer y la vida en general. El objetivo de esta operación es devolver a los músculos de la vagina la firmeza con la que deberían contar.
Esta firmeza se puede perder, principalmente, por haber dado a luz varias veces mediante un parto natural. También puede suceder porque la paciente haya pasado algún tipo de enfermedad que haga que los músculos pierdan esa fuerza.
El perder la fuerza en esa zona del cuerpo tiene muchas consecuencias. En el ámbito sexual, es posible que la mujer no disfrute de las relaciones sexuales como debería, llegando a costarle muchísimo trabajo alcanzar el orgasmo. Este debilitamiento también puede producir que la vejiga se desplace, ya que los músculos no la sujetan como deberían. Y también puede producir otros efectos nada deseados, como podría ser la incontinencia urinaria, haciendo que la mujer que lo padece tenga pérdidas de orina constantes, lo que le puede llegar a producir no tener una vida normal y no poder hacer muchas cosas que antes sí podía hacer. También puede provocar no poder llevar ropa interior ajustada o incluso hacer algunos deportes, como el ciclismo o montar a caballo, ya que al hacer estas actividades, se nota un intenso dolor.
En qué consiste la operación.
La operación básicamente consiste en reducir todos los músculos que rodean la vagina, para así dotarlos de firmeza y elasticidad. Normalmente es una operación que va también unida a otra con fines más estéticos, de manera que es muy común que se hagan en una misma operación una labioplastia y una vaginoplastia.
Si estás pensando en someterte en una operación de este tipo o de cualquier otro, lo primero que debes hacer, siempre, es consultar con un especialista.
Si no sabes por dónde empezar, puedes ir a tu médico de cabecera para que él te dé unas primeras indicaciones. Este tipo de operaciones suele realizarse más en el ámbito privado que público, por lo que tendrás que acudir a una clínica privada seguramente.
Debes saber que hay especialistas que dicen que las mujeres que se someten a esta operación no tienen por qué incrementar la calidad de sus relaciones sexuales. Muchas se deciden a hacerse una vaginoplastia porque piensan que, después de dar a luz y ser la vagina más grande, la fricción no es la misma y por lo tanto la calidad del sexo tampoco. Estos especialistas lo desmienten, ya que dicen que en la calidad del sexo hay múltiples factores que debemos tener en cuenta, tanto físicos como psicológicos, ya que muchas veces la seguridad que una persona tenga en sí misma es más importante que todo lo demás. Ahora bien, si esta operación sirve para aumentar esa confianza y, por lo tanto, beneficiar a ese factor psicológico tan importante, el resultado será el esperado.
Riesgos de la intervención.
Hay que saber que, como todas las intervenciones, la vaginoplastia tiene sus riesgos. Los más comunes son hematomas y sangrados que se pueden producir una vez realizada la operación. También es posible que la herida producida en la intervención se infecte, ya sea porque se ha trasmitido dicha infección en el quirófano mientras se operaba a la paciente, o ya sea porque en el posoperatorio algo no ha ido como debería y la herida se ha infectado. También puede ser que haya problemas con los puntos de sutura, aunque estos normalmente son de los internos, los que van dentro de la herida y, por lo tanto, se disuelven por sí mismos cuando la herida está completamente sanada, no necesitando ir al médico para extirparlos . Por último, es posible también que el tamaño de la vagina no quede como se deseaba en un principio y la paciente tenga problemas a la hora de tener relaciones sexuales.
También existen ciertos riesgos con la anestesia. Dependiendo del paciente, de sus características y del tipo de operación que se vaya a llevar a cabo, la anestesia será general o local. Lo más normal es que se trate de anestesia local, durando la intervención como una o dos horas. Después se esperará hasta que la paciente se haya despertado del todo o, en caso de ponerse anestesia local, que vuelva a sentir cierta sensibilidad en la zona y pueda moverse, para mandarla a casa.
Posoperatorio.
En cuanto al posoperatorio, este es más sencillo que el de otras operaciones de estética, aunque por lo delicado de la zona podríamos pensar todo lo contrario. La paciente deberá guardar completo reposo durante la semana siguiente a la operación, debiendo quedarse en casa y no haciendo ningún tipo de ejercicio o esfuerzo. Es normal sentir alguna molestia al levantarse o sentarse, pero es un dolor soportable para la paciente y, en caso de ser muy fuerte, podría tratarse con un antiinflamatorio, para aliviar esas molestias. Después de esa semana, la paciente podrá volver a hacer vida normal mientras la zona termina de cicatrizar del todo, lo que más o menos llevará unas cuatro semanas, dependiendo de la propia fisionomía de la paciente, la porción de músculo que se haya operado y demás factores que harán que el tiempo de cicatrización sea mayor o menor. Esta cicatrización puede llegar a tardar hasta ocho semanas y durante ese tiempo la paciente debe abstenerse de tener relaciones sexuales o hacer actividades como montar en bicicleta o montar a caballo, ya que podría dañar la zona operada y retrasar todo el proceso, amén de exponerse a una posible infección.
Lo mejor es acudir a un centro especializado.
Por eso, es imprescindible acudir a un médico especialista que de verdad cumpla con todas las características de calidad necesarias para poder hacer esta operación para que los riesgos sean los mínimos. No te fíes de las ofertas que aparecen por Internet que son de dudosa procedencia y que prometen realizar este tipo de intervenciones por un precio muy módico. Es importante que inviertas en tu salud y que si te decides a hacerte esta operación o cualquier otra lo hagas asegurándote, mediante un especialista en la materia, de todos los riesgos que corres al exponerte a una operación de ese tipo y las consecuencias que ello puede acarrear.
El precio de la vaginoplastia depende de la clínica donde se vaya a realizar y del tamaño de la zona a intervenir, pero lo normal es que varíe entre los tres mil y los cinco mil euros.