Si yo cambio todo cambia: 5 pasos para programar tu subconsciente
Tener como precepto en la vida “Si yo cambio todo cambia” implica un extenso conjunto de elementos. Ya que, involucra todo aquello que nos estructura como seres humanos. Eso que no podemos ver, cuantificar, ni definir de forma exacta. Se trata de la esencia de lo que realmente somos como persona humana. Como dijo Leon Tolstoi alguna vez “Existen muchos tipos de conocimiento, pero hay uno que es más importante que todos, el conocimiento de cómo aprender a vivir; y ese, es el conocimiento que muchas veces se menosprecia”. Lo que nos recuerda que nuestro constante actuar debe ir acompañado de continua reflexión. Pues, debemos orientarnos a ser cada vez mejor persona, en el sentido amplio de la expresión. En primer lugar, por nosotros mismos y luego por nuestro entorno.
Siempre que nos ocurre algo, tratamos de buscar el culpable. Por lo general, obviamos que el verdadero responsable de lo que nos pasa es uno mismo. Por lo tanto, debemos estar claros que somos los constructores de nuestro propio mundo. Porque, el presente que tenemos, es producto de lo que hemos hecho en el pasado. Asimismo, el futuro que se nos aproxima dependerá de lo que estamos haciendo hoy en el presente. De allí, que debemos internalizar de manera individual que “si yo realmente quiero un cambio”; entonces, soy yo mismo quien debe comenzar a generarlo.
Si yo cambio todo cambia. Ya que, cada tarea que llevamos a cabo en como una onda expansiva. Primero, produce un impacto en nuestra propia vida. Después, repercute y se extiende a las personas con quienes nos relacionamos. En consecuencia, a todo nuestro entorno. Por ello, en la vida, tal como lo dijo Adela Kamm “Es necesario que sepamos florecer allí donde Dios nos ha puesto”.
Por añadidura, si yo cambio todo cambia
Si yo cambio todo cambia. Entonces, debo comenzar por hacer una evaluación de mí mismo. Revisando de manera concienzuda y analítica nuestras fortaleza y nuestras debilidades. Asimismo, debemos reflexionar acerca de nuestros aciertos y errores. Así, cultivar en uno mismo actitudes positivas que nos permitan vivir mejor. Lo que nos permitirá progresar como seres humanos, como pareja, como padres e hijos. Al mismo tiempo, que nos nutrirá desde todo punto de vista como seres humanos. Y podremos darnos cuenta de nuestros mejores potenciales y nuestras grandes capacidades para desenvolvernos siempre en positivo. Independientemente de la oportunidad o el reto que se nos presente en el camino, debemos aprovecharlo y siempre enfrentarlo con mucho optimismo. Pues, quien quiere peces debe mojarse. Por ello, si yo cambio todo cambia y por eso, es necesario que comience ahora:
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Activemos nuestro optimismo con verdadera pasión
El optimismo y la pasión me ayudan a reconocer que si yo cambio todo cambia. Porque estoy decidid@ a que mi vida tenga propósitos. Así, que para lograr el éxito debo hacer todo con mucha pasión. Sea cual sea la meta trazada. Por lo que nunca se debe renunciar a ninguna meta. Independientemente de los obstáculos o impedimentos que puedan presentarse.
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Alejemos de nosotros el estrés y la impaciencia
Para ello, lo más importante es que conservemos siempre la alegría, el entusiasmo y el optimismo. Por eso es indispensable que tengamos en cuenta el sentido que tiene nuestra vida. Lo que implica que seamos equilibrados, que luchemos por nuestras metas y empleemos nuestras capacidades para lograrlas. De allí, que debemos cultivar en cada uno de nosotros valores como la paciencia, la solidaridad, la bondad, la generosidad y la compasión. Al mismo tiempo, que debemos librarnos de emociones tóxicas como la envidia, la mala intención, el resentimiento, la codicia, entre otras. Si logramos eso, cada uno habrá entendido el significado de la frase: «si yo cambio todo cambia».
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Nuestra actitud define lo que somos
Si yo cambio todo cambia. Porque, yo soy el únic@ capaz de controlar lo que pienso. Ya que, lo importante es la percepción que tengo de lo que me pasa a mí mism@. Por eso, es indispensable que sea yo quien cuide mis pensamientos. Porque de esa forma debo fomentar que sean positivos. Y que estos predominen y eliminen a los negativos. De allí, que es nuestra actitud la que define nuestra propia felicidad. Pues, el mundo será como lo percibamos.
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Debemos motivarnos día a día
En la vida se pierde y se gana. Pero, lo importante no es caer, sino la capacidad y la rapidez con la que seamos capaces de superar y levantarnos. Esa, es la motivación. Ya que, es la razón que nos mueve para luchar hasta alcanzar nuestros sueños. Además, nos conduce al éxito sin permitirnos abandonar nuestros proyectos. Sino que nos guía con pasión.
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Seamos creadores de ideas
Las ideas son obsequios que producen movimiento para ir por los sueños. Por ello, una idea abre puertas, trae triunfos, nos eleva de nivel, atrae dinero, entre otros logros. De allí, si yo cambio todo cambia con la producción y materialización de brillantes ideas.
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Nuestra manera de ser debe ser grande
La mejor manera de ser grande o más bien grandios@ es luchar todos los días para ser la mejor persona que uno mismo pueda llegar a ser. Para ello, es indispensable centrarnos en trabajar los valores y actitudes que más se admiran. Para que formen parte integral de nuestra forma de ser. Por ejemplo, un ejercicio que podemos practicar es trabajar un hábito, actitud o valor al mes. Ya que, así son 12 grandes cualidades que podemos fomentar en un año. Y eso, nos conduce a ser una persona renovada con una gran manera de ser. Entonces, tomemos lápiz y papel y anotemos que grandiosas cualidades deseamos tener.
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Debemos crearnos excelentes hábitos
Para ser una persona maravillosa se debe tener excelentes hábitos. Y para tener excelente hábitos se debe ser una persona maravillosa. Con lo cual, debemos esmerarnos para ello. Entonces, debemos cultivar y canalizar nuestros conocimientos y nuestra experiencia. Porque combinadas con nuestra manera de ser podremos configurar la manera de relacionarnos con los demás. Por lo que es importante que siempre brindemos buena energía, optimismo, actitud positiva, educada y llena de cortesía.
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Trabajemos en nuestras metas hasta lograrlas
La mejor clave que podemos utilizar para moldear los mejores hábitos en nuestro carácter es hacer que somos hasta que realmente lo seamos. Por ejemplo, ¿quiero ser amable? Pues, voy por la vida haciendo que soy la persona más amable de este mundo; así, terminaré siendo realmente amable. ¿Quiero ser un campeón? Pues, voy por la vida haciendo que soy un campeón, yo mismo lo tengo que creer hasta convencerme. Así, realmente llegaré a ser un campeón en la cima.
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Aprovechemos cada oportunidad que se nos presente así no sea la que esperábamos
Además, es una manera de ser agradecidos con la vida, con Dios, con la naturaleza y con el universo. Porque, de pronto nos ha ocurrido que queríamos y soñábamos con ser un reconocido futbolista profesional. Pero, resulta que de niño en el pueblo donde crecí mi madre me apuntó en las clases de esgrima. Entonces, ahora que crecí y soy un adult@ soy un fantástico esgrimista profesional que ahora me preparo para ir a los próximos juegos olímpicos. Por eso, nunca debemos despreciar las oportunidades que se nos ofrecen. Aun cuando no las hemos estado buscando. Porque esta podría ser nuestro camino al éxito sin que nosotros nos estemos dando cuenta. Definitivamente, nuestra mejor consigna debe ser ¡luchar, luchar, triunfar y triunfar!
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Conservemos siempre un gran sentido del humor
La expresión de nuestro rostro es fundamental. Aparte, es la puerta de entrada a nuestra alma. Con ella, podemos definir lo que somos y lo que sentimos. Por ello, debemos preocuparnos de que esto sea lo más limpio y puro posible. Principalmente con nosotros mismos y luego por lo que irradiamos a los demás. Además, está demostrado científicamente que reír es saludable. Tanto que hace sentir bien, de una manera diferente, tan maravillosa que la vida se ve de manera optimista.
Por lo tanto, el buen sentido del humor es una gran virtud que debemos cultivar. Entonces, se debe revisar que si soy de aquel que anda con la famosa cara de cañón. Eso no me trae ningún beneficio, me enferma a mí y enferma a todo el que se me acerque. Por lo que muchos optarán por alejarse de mí y con toda la razón. Allí, es cuando debo tener presente que si yo cambio todo cambia. Motivo por el cual, debemos preocuparnos de cultivar el buen humor en nosotros mismos.
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Es importante que aprendamos a escuchar a los demás
Escuchar a alguien y saber que alguien nos escucha; es una manera de saber si podemos relacionarnos y si esa relación funciona o no. Por eso, saber escuchar requiere de un esfuerzo, que seamos generosos, de no ser egoísta y centrarnos en el otro. Además, amerita que pongamos atención a la otra persona. Lo primero, es intentar entender al otro y después ser entendido. Para escuchar de verdad, hay que escuchar con el cuerpo, con todos nuestros sentidos y no solo con las orejas. Ya que, no escucha quien está más pendiente de la televisión, del what app, del periódico o del play station. Por eso, para escuchar algo, hay que dejar todo, cambiar la postura y centrarse en solo quien está hablando. Pues, hay que hacerlo sentir lo más importante en ese momento. Así, como nos gustaría que nos trataran a nosotros.
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Alimentemos emociones positivas
Debemos alejarnos de las personas y de las emociones tóxicas. Ya que, no podemos permitir que quienes alimenten el fracaso y la debilidad dañen nuestros sueños. Si yo quiero un cambio, todo cambia cuando reflexiono y no me convierto en ese obstáculo tóxico que obstaculiza metas, logros y sueños.
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Aprendamos a administrar y a transformar la presión
En momentos de crisis o presión no hay que colapsarse. Sino, que por el contrario debemos enfocarnos mejor internamente y auto dirigirnos para alcanzar nuestras metas. Es decir, debemos concentrarnos en la excelencia y ni dejarnos de distraer por nada ni por nadie. Lo principal, es que aprendamos a amar con pasión nuestros objetivos y que la presión nos sirva para impulsarnos a lograr más.
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Tengamos siempre, mucha fe
La fe mueve montañas y confesar nuestra fe habla de nuestras metas. Lo que quiere decir, que lo declaramos con nuestra boca, nuestras palabras, lo recibiremos. Simplemente porque estamos diseñados para decretar de forma universal las metas hacia donde nos dirigimos.
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Crezcamos con espíritu de superación
Lo primero que debemos tener claro, es que la principal razón de vivir es alcanzar el éxito en todos los aspectos de nuestra vida. Lo que quiere decir, que debemos enfocar y trabajar nuestro mejor potencial para triunfar. Es decir, debemos preocuparnos por ser exitoso emocional y económicamente. Así mismo, por mantener y gozar de buena salud. Ya que, Dios y la naturaleza nos ha creado para alcanzar todo lo que nos propongamos. Entonces, existen leyes y hábitos que cada quien tiene que desarrollar si quiere ver sus sueños realizados.
Por lo tanto, hay que tener el hábito de atender lo valioso, lo grande y lo importante. Es decir, no perdamos el tiempo en lo pequeño y lo superficial, porque nos estaremos alejando del éxito. Por eso, hay que acercarse a la gente correcta y alejarse de la gente equivocada. Es decir, no hay que hacer reactivo sino proactivo. Valorando siempre cada uno de los logros que alcanzamos.
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Soñemos al máximo y alcancemos nuestros sueños
Si yo quiero un cambio debo tener sueños. Porque soñar, es alimentar una visión que se tiene y convertirla en una misión apasionante que cumplir. Lo primero, es construir un sueño dentro de uno mismo. Para ello, debemos vibrar con un intenso entusiasmo y anhelarlo profundamente. Fortaleciendo el auto estima, siendo realista y determinante.
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Somos constructores de nuestra propia felicidad
La felicidad involucra que podamos alcanzar todo aquello que nos hace disfrutar y crecer como personas. Lo que nos llena y nos hace sentir realizados. León Tolstoi dijo algo muy cierto, que debemos reflexionar: “El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere, sino querer siempre lo que se hace”. Recordemos un aforismo de L-Elliot: “Si puedo ser una estrella en el cielo, ¡Soy una estrella en el cielo!; si no puedo ser una estrella en el cielo, ¡soy una fogata en la montaña!; si no puedo ser una fogata en la montaña, ¡soy una lámpara en mi casa!”.