Cómo ser inteligente

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Para saber cómo ser inteligente, debemos conocer que toda la estructura humana está dirigida por el cerebro, órgano esencial, vital del cuerpo. Que tanto la emoción como la razón están presentes en constante lucha para privar una por encima de la otra. En las funciones y actitudes cotidianas de los individuos, desde las más básicas hasta las más complejas. Apoyándose el cerebro en el sistema límbico para el aprendizaje y la memoria como herramientas para dar respuestas. Adaptándose a los cambios necesarios para la sobrevivencia.

La neocorteza cerebral produce la reacción del organismo ante cualquier ataque. Provocando que las hormonas secreten y se activen los músculos. Asimismo, los intestinos y el sistema cardiovascular para defenderse también reaccionan. Principalmente, para que podamos estar atentos y más alertas. Asumiendo las respuestas y reacciones. Pudiendo incluso utilizar los conocimientos previos que tenemos del problema para buscar su resolución. Y para ello, utilizando las herramientas eficaces de los individuos que se proyectan como inteligentes.

Nuestra vida diaria está determinada por la inteligencia racional y la inteligencia emocional. Sin que una y otra operen de manera correcta sin su complementación. Este equilibrio es lo que va a definir las capacidades intelectuales. Así, como la manera cómo van a resolverse las diferentes situaciones de forma que nos brinden resultados óptimos y positivos. Ya sean, en la vida académica, profesional o incluso en el relacionamiento social, laboral y afectivo. Y con esto consolidando una calidad de vida que indudablemente sea una demostración de cómo podemos ser inteligentes. Racionalizando lógicamente el pensamiento y utilizando las ideas. Simultáneamente, elaborando conceptos con la finalidad de que ellos puedan ser llevarlos a la práctica. Proporcionando así, resultados beneficiosos.

Para ser inteligente debemos conocernos bien

El primer paso para ser inteligente es conocerse a sí mismo, en lo más íntimo de nuestro ser. Asimismo, debemos determinar qué carencias creemos tener, cuales son nuestros miedos, de qué manera podemos confrontarlos, cuáles facultades, cuáles disposiciones. Cuál es nuestra vocación, que deseamos hacer con nuestra vida, como nos relacionamos socialmente. Que hay en nuestro cuerpo interior, que nos motiva, el arte, la historia, las ciencias, la matemática, cocinar, bailar. Nos realizamos con alguna actividad práctica, este conocimiento nos va a permitir que conozcamos y busquemos las vías. Los caminos de expresión para poder llegar a las metas que nos hemos propuestos. Es la manera de sacar afuera lo que llevamos dentro, nuestra sabiduría, nuestras limitaciones, nuestra inteligencia.  Los seres humanos somos entes complejísimos, pero aprender no ha tenido limitaciones para el hombre.

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¿De la conciencia a una inteligencia social?

De allí, que nos llamamos todos, los únicos seres inteligentes sobre la tierra. Pero, en nuestro haber figuran cuántas desgracias, cuántas guerras, cuántos daños a nuestro propio prójimo, a nuestra propia especie. No contamos diariamente, por qué un hombre inteligente alto jefe de una nación quiere más poder y detona una bomba. Destruyendo, cuando actúa contra otra nación seguramente más indefensa. Generalmente, todo esto en nombre de la súper inteligencia y la supremacía. De allí que para ser inteligentes no solo se requiere de poder, dinero, vastísima educación. Sino, conocerse a sí mismo, poder conjugar articuladamente nuestras emociones con el pensamiento, racionalizar nuestra conducta. Pensar antes de actuar, qué beneficios ganamos, qué peligros acarrean nuestras acciones. Lo fundamental, es vernos tal cual somos y exteriorizar lo mejor de nosotros.

Muchas crisis sociales, e incluso muchas individuales son parte del contexto de una sociedad que no prioriza el pensamiento. Una sociedad que no explora las pautas de conducta de sus ciudadanos, que no interacciona sino en lo superficial. Pero, que esconde o peor aún trata de desconocer los orígenes de individuos superficiales, gente tóxica que se dice indemne y se hace modelo a seguir. Preparados para ser fatuos alejados de la realidad que los circunda.

La educación en el arte de ser inteligente

La educación es altamente necesaria e imprescindible para fomentar la convivencia social. En todos los niveles y la comprensión misma de los mecanismos del relacionamiento de los individuos en su medio social. Pero, ser inteligentes implica precisamente colocar el respeto por cada quien en la escala social de todas las sociedades. En la ubicación que estas mismas les presuponen a sus individuos una valoración. Así, un pescador, un campesino agricultor puede ser inteligente. Tanto, como un profesional universitario y darnos lecciones de vida. La inteligencia que se desarrolla en la academia no es la estructura vital de la verdadera inteligencia. Por supuesto, sin menoscabo de ella. Por cuanto los impulsos del individuo con un alto coeficiente intelectual en la escuela. Puede presentar problemas en su relacionamiento social e individual que no le permita ser un elemento como persona exitosa.

Existe una relación entre coeficiente intelectual elevado que presupone ser inteligente y las circunstancias de la vida. Por eso, esto no está previamente establecido, la inteligencia no evoluciona con el individuo de manera espontánea.

La educación es la estructura básica para desarrollar la inteligencia. Así que la función del estado, sea cual sea su orientación es la de contribuir que la vida de los hombres y mujeres. Ya sea, en lo económico, política, social y cultural de una determinada sociedad. Tenga las condiciones aceptables y necesarias para que cada quién  busque. De acuerdo a sus capacidades. También, la plena realización de su ser de manera individual e integral. La educación incorpora elementos a la personalidad, a los valores, a lo espiritual, al desarrollo de la intelectualidad. Es decir, tiene la misión de formar hombres y mujeres. Tanto moral e intelectualmente más ilustrados. Y con mayor capacidad para ser inteligente.

Hábitos para ser inteligente

  • Mantener la motivación. Con respecto a las habilidades naturales que podamos tener. Insistiendo todas las veces que sean necesarias. Así, lograr hacerlas o realizarlas. Cada vez mejor, sin importar tiempo y dedicación.
  • Reconocer las emociones.
  • Fortalecer y emplear el pensamiento racional.
  • Asumir hábitos de aprendizaje de todo cuanto nos rodea.
  • Demostrar empatía.
  • Abrigar sentimientos de alegría y esperanza.
  • Ser felices, asumir los errores como fortalezas.
  • Habituarse a reír de pequeñas cosas.
  • Superar los sentimientos impulsivos de ira, rabia y asumir el pensamiento racional.
  • Armonizar nuestros pensamientos con nuestros sentimientos.
  • Utilizar la lectura como una herramienta eficaz para mantener el cerebro activo.
  • Consumir una alimentación sana y adecuada desarrolla la inteligencia.
  • El ejercicio físico promueve que se pueda ser inteligente porque interviene en beneficio de nuestras neuronas.
  • Antes de actuar, poner en marcha el proceso cognitivo, analizar, elaborar conclusiones.
  • No sobredimensionar los problemas.
  • Ser proactivos.
  • Desarrollar los talentos.
  • Estimar el éxito propio y el de los demás.
  • Proponerse metas y trabajar para cumplirlas.
  • La voluntad, la entereza, el ahínco y la constancia son las bases para ser inteligentes
  • Persistir con la edad, puede convertirse en un aliado de la inteligencia al contar con la experiencia y la diversidad de ideas que se pueden correlacionar, dándonos mayor capacidad para desarrollar el pensamiento.

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Asumir de manera gratificante nuestras experiencias de vida

Cambiar es lo natural, equivocarnos, y volverse a equivocar. Cometer errores y acertar es parte del proceso de aprendizaje. Es parte de la vida, precisamente ser inteligente es darnos cuenta y asumir como experiencias de las que obtenemos conocimiento. Precisar que la vida es cambio y que lo inteligente es asumir los cambios, ampliando la perspectiva. Desde la ignorancia, trabajar hasta conquistar el sentido de lo real, dándole sentido a la palabra. Valorar la opinión de los demás, tranquilizando nuestros sentimientos y empoderando la discusión para buscar la verdad. Que nunca será definitiva, que se decantara a medida que se profundice su búsqueda en unos objetivos concretos. Con verdaderas fortalezas que brindarán satisfacciones a tiempo determinado, sin aspavientos ni tratando de aparentar lo que no podemos o no somos.

Juzgar es un lugar común inadecuado y comprender una acción inútil para muchos. Apartémonos de los juicios de valor preconcebidos hacia otras personas, sustituyamos el juicio por la comprensión. No nos convirtamos en el árbitro de la moral de nadie, la comprensión nos da motivaciones para hurgar. No nos quedemos indiferentes ante la infelicidad o la desgracias de los demás, por el contrario nos hace reflexionar. Pensar, buscar, accionar con la finalidad de encontrar respuestas, nos hace buscar opciones a las circunstancias que nos rodean. Meterse en el mundo, como cuando éramos niños, interesarse por todo lo que pasa. Más aun teniendo una opinión, tratando de inmiscuirnos en los problemas de manera positiva para buscar solucionarlos. En cada decisión que tomamos estamos dándole sentido a la vida. En la medida que nos implicamos con el mundo que nos rodea, abrimos unas perspectivas de conocimiento con la realidad.

Ser feliz es ser inteligente

La felicidad igual que la inteligencia es un logro de vida, las vamos construyendo paso a paso. Con dedicación, con disfrute, con caer y levantarse, con vivir muchos momentos felices, alegres, dichosos. Todos, son una suma constante de hechos vividos, que pueden cambiar la fuente de satisfacción pero nunca la plenitud del goce. Ya sea, de leer un libro, de estar con amigos, de compartir un secreto. Tener la satisfacción de saber que somos útiles para los otros y para nosotros mismos. Sin correr el riesgo de creernos insustituibles, que depende todo de nosotros, que somos los únicos inteligentes y necesarios. Ya que, nos es bueno pensar que no habrá salida sin nuestra exclusiva aportación.

La felicidad es intangible pero apreciable, tal como la inteligencia que salta cuando la necesitamos. Cuando la voluntad la forzamos para adquirirla, para obtenerla haciendo bien el trabajo. Con otros seres humanos, con una serie de circunstancias que nos harán reflexionar, analizar, pensar, elaborar, asociar, y descubrir. Participar en un mundo que indudablemente nos dotará de la recompensa de darle un valioso sentido a nuestra vida. Procurando actuar de manera satisfactoria con los postulados que nos hacen ser inteligente.

Se aprende a ser inteligente

Aún, hoy quienes creen que la inteligencia es una herencia genética. Admiten que la inteligencia se construye en un proceso que comienza al nacer. Por lo que es multifactorial, contempla un bagaje científico y cultural. Asimismo, en la medida que ese proceso comience con la formación y dotación de las herramientas en los primeros años. Por eso, el niño estará siendo capacitado para aprender de todas las fuentes de conocimientos que se le faciliten en su entorno. Y no como lo dispone la educación formal que cierra la posibilidad ante los múltiples estímulos. Que a la par no concuerden con esa sociedad determinada, atrofiando desde esa temprana edad cualidades innatas de ser humano.

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Se le enseña conocimientos sobre todo el mundo que nos rodea. También, se le da un cumulo de datos. O bien, se dota de todo, lo que estamos en contacto. Pero, sin que se le aporte mayor profundización. Tampoco, conocimiento del porqué de las cosas, creando un limbo sin respuestas. Por ello, la necesidad de promover una educación para aprender y entender. Lo fundamental, es la convicción que podemos lograr las metas que nos proponemos. Para ello, la educación debe inducir las posibilidades. Se trata de todas aquellas que son ciertas, que las personas pueden lograr las propias cualidades y potencialidades. Los hombres y mujeres que con constancia, esmero, disciplina se proponen objetivos y despliegan su habilidad mental. Su conocimiento de las cosas, su experiencia, razonan y se esfuerzan por comprender, son curiosos, lograrán sus metas. Sobre todo sabemos que el trabajo es la máxima para lograr ser inteligentes.

Ser inteligentes, entonces, es conocimiento, pero también es un hecho práctico, es una manera de encarar la vida. Pensando el cómo y él porque. Pero, también actuando en consecuencia, de manera práctica.

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