Cómo ser una persona divertida

0 786

Ser una persona divertida es ser un tipo de persona proactiva, grata, sonriente, bienvenida, bienhumorada, positiva, optimista y progresista. Por eso, es capaz también de hacer gran cantidad de actividades y avanzar exitosamente. Al mismo tiempo, las personas divertidas tienen muchos modos de entretener  y caer bien a los demás. No solamente con actividades que nos parezcan entretenidas, sino que  hasta cuando hablan, llegan a divertirnos de otras formas. Casi siempre, las personas divertidas tienen la intención de entretenerse a sí mismas y a los demás. Por lo general, saben lo que deben hacer para divertir, porque son felices y alegran el día a otros.

Por lo general, las personas divertidas son gente de carácter positivo, extrovertido y aventurero. Además, les agrada expresar con sinceridad su manera de ser, hablar sobre sí mismas, escuchar las experiencias de otros, buscan siempre la comunicación asertiva con otras personas, elevan el entusiasmo y el estado de ánimo. Asimismo, les encanta probar cosas nuevas y descubrir más métodos para ser felices pese a las dificultades. También, son amantes de divertirse y al mismo tiempo que los demás disfrutan. Generalmente, las personas divertidas poseen una gran autoestima, una actitud positiva, una buena salud psicológica y saben ser asertivas. A su vez, tienen diversas maneras de mejorar nuestro entorno para hacerlo más cálido, divertido y alegre. Igualmente, son personas llenas de inmenso humor para variadas ocasiones. Y si ser divertidos es algo auténtico son además equilibrados, con mucha sensibilidad humana.

Sentirnos cómodos para ser una persona divertida

Para llegar a ser una persona divertida tenemos que sentirnos cómodos con nosotros mismos por cómo y quienes somos. Por eso, es fundamental saber quiénes somos, aceptarnos con todos nuestros defectos, virtudes y reconocernos. Para ello, debemos estar al tanto de lo que sabemos hacer, la clase de persona que somos, sin rechazarnos o menospreciarnos. Asimismo, debemos reconocer nuestra actitud, nuestra forma de ser, lo que nos guste o no hacer; sin sentirnos incomodos con algo. Una vez sepamos quienes somos y seamos conscientes de todas nuestras habilidades, podemos querernos y valorarnos como merecemos. Adicionalmente, tener una buena autoestima, lo que se relaciona directamente con el trato y la valoración positiva hacia nosotros mismos. Porque cuando cultivamos una gran autoestima en nosotros, consideramos que nos amamos, nos sentiremos cómodos con lo que somos. Por ende, encontraremos siempre las mejores maneras de vivir y hacer vivir mejor.

Ser una persona divertida

De esta misma forma, tenemos que ser únicos y auténticos. Esa gran cualidad de alguien divertido que nos conduce a ser nosotros mismos. Siendo indispensable, no copiarse de otra persona y ser auténticos, saber cómo divertir a otros con su propia manera. Idealizando positivamente, métodos inventados para entretenernos a nosotros mismos y a los demás. Simultáneamente, el sentirnos cómodos con nosotros mismos, hace que garanticemos ser más críticos, abiertos y divertidos con otras personas.

Estar relajados pero con madurez pase lo que pase

A todas las personas nos gusta percibir la tranquilidad, sentir que nuestros alrededores y los demás estamos serenos. Por lo tanto, si queremos transmitir aunque sea parte de esas sensaciones de serenidad, es fundamental que estemos relajados. Parte de ser una persona divertida, consiste en estar relajados en todo momento sin importar las circunstancias. Porque estar relajados no significa de ninguna manera estar descuidados, indiferentes o irresponsables. Por el contrario, denota nuestra capacidad de conservar la calma y la cordura. Desarrollando simultáneamente la forma rápida y eficiente de resolver cualquier problema que se nos presente. A pesar de las situaciones que hayamos experimentado, no tenemos que estar tensos en ningún momento.

Si nos relajamos, relajamos a los demás, las soluciones y/o bendiciones nos llegarán con añadidura. Asimismo, el hecho que de nosotros provenga una vibra apacible, expresión de que estamos llenos de alegría y los demás puedan sentirla, es maravilloso aporte a nosotros mismos y a nuestro entorno. Porque, si nuestros amigos u otras personas se sienten tensos o han tenido un mal día podemos alegrárselo. Lógicamente, no hay nada mejor para cualquier persona, que le alegren el día o sentir de otro vibraciones de serenidad. Por eso, hagamos siempre lo mejor que podamos. Ya sea como por ejemplo empezar con un pequeño cumplido, sintiendo y expresando que prestamos atención a todo. Además, el uso de un buen lenguaje corporal o verbal, nos permite transmitir felicidad o tranquilidad para otra persona. Incluso, al punto de hacer reír a todos y a nosotros también. Lo que es magnífico beneficio para nuestro organismo.

Hacer cosas divertidas

Algo esencial para una persona divertida es la realización de actividades que nos parezcan entretenidas para nosotros y los demás. Dichas actividades pueden ser demostradas de forma verbal o corporal y podemos expresarlas de la siguiente manera:

  • Contando chistes. Los chistes son un modo muy clásico y popular para divertir a las personas y expresarnos divertidamente. Solamente no se trata de chistosear mecánicamente, sino de conservar siempre el buen humor. Además de ellos, podríamos inventar nuestros propios chistes y expresarlos en la práctica cotidiana. Lo que también hará de nuestros quehaceres u obligaciones, experiencias gratas y amenas.
  • Halagando a otras personas. Porque es una fantástica manera de abrir el día, decretando la felicidad y las energías positivas. Tanto para nosotros mismos como para nuestro entorno.
  • Haciendo uso del baile. Participar en un baile o ver bailar a otras personas, es una forma de diversión. Para divertirnos o divertir a otros, no nos conformemos con solo bailar una canción conocida de una sola manera. Definitivamente, bailar de vez en cuando alivia tensiones y comunica al cuerpo con el alma.
  • Compartiendo experiencias graciosas. Estando con nuestros amigos o alrededor de otras personas podemos contar ocasiones chistosas que hayamos vivido. O bien, que otros hayan vivido. Ya sean momentos graciosos del pasado o situaciones actuales que hagan reír y disfrutar.

Ser espontáneos nos hace ser una persona divertida

Algo positivo y necesario para ser una persona divertida es poder expresarnos voluntariamente y hacer las cosas que queremos racionalmente. Realizar lo que queramos porque así lo sentimos, porque nos gusta y hacerlo sin miedo. Ya sea, por ejemplo que si nos sentimos en la necesidad de querer cantar, hagámoslo, que nada nos lo impida. Toda persona divertida debe realizar cualquier actividad que desee hacer, bien sea querer reír acerca de alguna ocasión.

Por otra parte, si así lo deseamos podemos expresarnos dentro de nuestro grupo de amistades. Si tenemos la idea de querer divertir a otro de alguna forma somos libres de hacerlo. Pero, siempre de forma madura, racional y lo más importante sin bullying. Pues, ser una persona divertida, no es mofarse, burlarse, menospreciar o herir los sentimientos de nadie. De forma sana, hasta educativa, podemos idearnos maneras de hacer lo que queramos para entretenernos y divertir.

Arriesgarnos un poco y buscar novedades

Si nunca hemos realizado algún tipo de actividad, es nuestra hora; debemos incentivarnos a hacer cosas nuevas. Probar lo desconocido, tomar riesgos de manera prudente y dejar nuestros miedos a un lado. Podemos buscar nuevas actividades para realizar, ya sea en internet o salir de nuestras casas explorando nuestra ciudad. Ya que, el conocer y la imaginación, nos ofrece novedosas oportunidades de aventurarnos y de proponernos nuevos retos. Incuso para divertirnos y divertir. Las posibilidades de encontrar cosas nuevas aumentan si viajamos, conocemos nuevos amigos o realizamos otras actividades fuera de la rutina.

Nos ayudamos a ser una persona divertida, si estimulamos nuestro espíritu aventurero. A medida que exploramos nuevas opciones, tenemos la posibilidad de conocer a más personas y hacer nuevas amistades. De allí, encontramos nuevas opciones para socializar. Entonces, como personas divertidas debemos estar preparados para conocer nuevas amistades. Para ello, en esencia estamos definidos en lo que somos como personas. Con lo cual, debemos cultivar nuestra personalidad y tener determinación para alcanzar logros. Guardando siempre el carácter divertido y el buen humor aun cuando estamos en nuestras más serias labores. Porque ser divertido no significa ser inmaduro y no debemos confundirlo.

Ver las cosas en positivo

Una persona divertida sabe ver siempre el lado bueno de las cosas y tomar todo con alegría. En ocasiones, todos vivimos un día pesado, largo, malo o estresante; es normal en todos nosotros en nuestra vida diaria. Pero, es cuestión de siempre ver el lado positivo de las cosas, que diariamente vivimos una aventura y aprendemos algo nuevo. Eso nos permitirá no dar peso a los malos detalles, rellenándolos de buenos pensamientos. Por ejemplo, hablando de las cosas buenas de la vida y de lo que poseemos.

Ser una persona divertida

Si presentamos una actitud positivista hacia otros, podemos alegrarlos y aclararles lo que para ellos pueda ser un día sombrío. Si nuestros amigos o familiares han vivido una mala situación o experiencia que les haga ver todo de manera negativa. De esta manera, haciendo uso de un comportamiento positivo, los ayudamos. Bien sea, si por ejemplo una amiga salió de un rompimiento. La ayudamos a consolarla, le decimos que ese dolor es temporal y que vea el lado positivo de esa situación. Ya no estará más con el hombre equivocado, y que tiene a su disposición una gran cantidad de personas. Darle a entender que él no era la única persona y que en el futuro tendrá más oportunidades. Y somos nosotros los encargados de hacer valer nuestra felicidad.

Evitemos las quejas para ser divertido

Si queremos ser una persona divertida debemos evitar quejarnos de manera constante. Pues una persona que vive en una sola quejadera y/o criticadera, no es una persona divertida. Por eso, debemos estar atentos a los siguientes signos de alarma y evitarlos:

  • Quejarnos acerca de un problema con los demás. Si algo nos molesta demasiado evitemos lo posible por expresarlo con otros, ya que podría arruinar un momento de diversión. Lo mejor es enfrentar las cosas sanamente con el involucrado y evitar involucrar terceras personas.
  • Las quejas constantes con otras personas. Esta es otra cosa que es importante evitar cuando andemos en compañía de nuestros amigos u otras personas. Ante la presencia de puntos de vista distintos o si no nos agrada algo que otra persona dice. Incluso, si dice algo que nos ha parecido inapropiado lo mejor que podemos hacer es conversarlo asertivamente. Y no quejarnos de forma destructiva. Además de ser algo irrespetuoso, nos perjudica a todos. Lo que no es para nada divertido.

Adicionalmente, tenemos que evitar la negatividad; ya que, anula la diversión y la felicidad. En toda ocasión, es mejor ver las cosas desde un punto de vista positivo. Preferiblemente, en vez de concentrarnos en el aspecto negativo, seamos positivos y centremos nuestra vida en lo positivo para ser una persona divertida.

Tener un límite con las bromas

Las bromas sanas son un buen método para divertir, de hacer un momento más divertido y gracioso. Pero, debemos tener cuidado a la hora de hacer bromas a otros y no sobrepasar el límite entre lo gracioso y la pesadez. Ya que, una persona divertida tiene buenos valores y sabe qué clase de bromas realizar en distintas ocasiones adecuadamente. Si pensamos en jugarle una broma a otro, debemos tomar en consideración lo siguiente:

  • Las bromas son únicamente hechas para divertir y no para molestar o burlarnos de otra persona. Si hacemos una broma con la intención de molestar a otra persona, no estaríamos divirtiéndola. En vez de divertir, estaríamos fastidiándola y faltándole el respeto. Obviamente, eso enfada y hiere, por lo que no debemos hacerlo.
  • Debemos tener el control de nuestras bromas. Si una broma se sale de nuestro control podría acarrear malas consecuencias. Es importante que si vamos a jugar una broma, precavernos de tenerla bajo control. Con ello, evitamos accidentes y malos resultados. Recordemos una broma no es una pesadez, es una sonrisa que queremos compartir, dar y recibir, de forma saludable y espontánea.

Reconocer los momentos adecuados

No toda ocasión es perfecta para hacer cosas divertidas como contar chistes, cantar o bailar, etc. Debemos saber qué momentos son para realizar cualquier cosa divertida y estar conscientes de cuando hacerlas. Existen momentos para bromear, así como también existen ocasiones donde tenemos que centrarnos y hacer otro tipo de cosas. Bien sea por ejemplo, si estamos estudiando con un grupo de amigos. En esa ocasión, no es momento de bromear sino de concentrarnos en el estudio, aprender y atender esa prioridad. Entonces, lo divertido podría utilizarse no como chiste sino como una nemotecnia para estimular y lograr nuestro aprendizaje.

Por otra parte, hay que tener cuidado a quien le jugamos una broma. Todos tenemos sentido del humor diferente, no a todos nos gusta que nos jueguen una broma. Por ejemplo, una mala broma a nuestra abuela podría producirle un susto que le ocasione una enfermedad súbita. Entonces, la clave está en comportarnos con los demás como nos gustaría que los demás lo hicieran con nosotros.

¿Te ha gustado?
3 usuarios han opinado y a un 100,00% le ha gustado.
También podría gustarte
Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada.